124. La Última Emisión
Cuando desperté de la siesta, sólo escuche el sonido inquietante del silencio.
Salí de la sala de rayos, donde pasaba las tardes de aquel caluroso verano, entre paredes de plomo y aire acondicionado.
Mis amigos decían que era curioso que fuera radiólogo llamándome Marciano. «Marciano X» me decían en el hospital. Aquello siempre me hacía sentir especial.
Ahora tenía miedo.
Montoncitos de polvo apilados sobre los asientos de la sala de espera, me hicieron presagiar que alguien había presionado el maldito botón.
Los televisores solo emitían niebla. Recorrí los pasillos del hospital. Sólo encontré polvo y silencio.
En una sala de descanso vi una radio y la encendi.Nada.
Maneje el dial. Busqué desesperadamente esa voz amiga que en cualquier emisora escuchaba en el coche de camino al trabajo en la mañana. Nada.
Silencio.
Pensativo, me dirigí hacia la última esperanza a la que tuve el coraje de asirme. Junto a la sala de ambulancias estaba el puesto de radio.
Cuando llegue estaba encendida. Sólo tuve que presionar el micrófono y hablar. No hubo respuesta.
Lo último que recuerdo antes de caer dormido en un mar de lágrimas, fue el pensamiento de ser el último locutor de radio del mundo.
Original punto de vista para dar protagonismo a la radio. Muy cinematográfico el relato, he visto la escena,según iba leyendo.
Un saludo
Eso es lo que se llama centrarse en su trabajo. Vaya susto!!
Es la segunda vez en dos micros que lee que se acaba el mundo: con extraterrestres o con una bomba, …. Puf.
Saludos, Luisa
Angustia y dramatismo para relatar el final del ser humano en este planeta.
Muy bueno Daniel, y mucha suerte.
Ton.
Daniel, realidad o ficcion tu historia. original sin duda. Suerte y saludos