92. La última fuga
Mirta abre con pesadez sus ojos de escamas grises, escondidos entre los párpados colgados y los pliegues de su frente. No atina la llave entrar a la cerradura. Es extraña la puerta de su casa, ha conseguido, de repente, gran altura; su propio cuerpo parece diferente, sus dedos de rosario se tornan tersos, sin esas magulladuras provocadas en el transporte colectivo de regreso a casa, después de hacer fila por tres horas para cobrar su pensión. Abre la puerta, ha estado en el mismo lugar varias veces, sabe que no es Alicia y que Antonio, su esposo, la espera con café preparado, una vez que termina su viaje. Ella vive en dos mundos, el dolor la lleva a uno y el aroma a café la regresa a su esposo.
Es un lugar de encuentro con mujeres que ha conocido durante toda su vida. Todas parecen felices; pero Mirta comienza a extrañar. No puede regresar a su otro mundo. Por fin llega el aroma añorado, vuelve a su hogar, con Antonio. No comprende… sus parientes y amigos están reunidos… Los aromas de las flores, los cirios y el café le muestran una realidad inesperada.
jhas descrito muy bien ese estado intermedio entre dos mundos… que posiblemente sea así
Elisabeth, muy lograda la confusión de Mirta atrapada entre esos dos mundos. Un relato diferente. Me gustó. Un beso
Pobre Mirta, perdida y desorientada entre dos mundos, sin saber muy bien caul es su lugar. Muy inteligente el uso de los aromas como referente de escenarios.
Suerte y saludos.
Me ha gustado mucho. Has arropado ese tránsito con un personaje cercano y sentido y un redactado excelente. Mucha suerte 🙂
Carmen, Concha, Anna y Juan Antonio, muchas gracias por sus comentarios. Me animan mucho. Besos. 🙂