63. LA ÚLTIMA MIRADA
No importaba que la música estuviera a un volumen exagerado. No necesitábamos hablarnos. Tan solo una mirada nos bastaba para saber lo que estábamos pensando. Tal era nuestro grado de complicidad antes de aquella noche en que yo, solo con la mirada y una leve caída de párpados, le repetía una y otra vez «la última y nos vamos». Ahora nuestras miradas ya no pueden ser cómplices porque no se cruzan. Cuando le miro a los ojos es como asomarme a un precipicio. Su última mirada fue a las luces del camión que a la salida de aquella curva apagaron su vista para siempre.
Ya no nos hablamos con la mirada. Le cojo del brazo, mis manos son su ojos, y salimos a pasear los tres, yo a un lado, él en medio y al otro, sujeto por la correa, Lucky, su lazarillo que con su andar tranquilo, cadente y pachón, marca el ritmo de la culpa que arrastro.
About Post Author
A menudo la palabrería que nos rodea no es necesaria, basta con una mirada directa y sincera para transmitir muchas cosas. Cuando se pierde la facultad de la vista aún quedan otras, como el tacto y, sobre todo, el corazón, en el que puede caber el remordimiento.
Un saludo y suerte, Chema
En el corazón nos cabe todo. Muycahs gracias, Ángel.
Vaya, Chema, qué duro. Me has dejado con el corazón encogido. Esa pareja ya no puede mirarse a los ojos, pero al menos se tienen el uno al otro.
Un abrazo y suerte.
Es duro y el peso del pasado es muy grande.
Gracias, Rosalía
Una historia que conmueve.A veces las palabras no son necesarias, Cuentan mucho más las miradas. Pero es terrible cuando una mirada ya no está.Me ha emocionado.
Gracias, Ángel. Echamos en falta algo cuando lo perdemos.
Bravo Chema me encanta verte por aquí. Lo vas a pasar bien que sé que te gusta mucho escribir y aquí puedes dejarte llevar. El relato es un perfecto escenario muy bien hilado alrededor de esa frase sobre la que circula todo el texto. «La última» ufff cuánto peligro encierra esa frase. Te deseo suerte para que estés por ahí en la selección final o la repesca. Bravo. Abrazos