92. La última noche del RMS Titanic
¿Cómo sigues, viejo? Me propuse no decírtelo, pero ya da igual. Supongo que tú ya lo sabes, que lo has adivinado. Mañana te van a llevar a Rosyth. Te remolcarán hasta allí para… ¡Cabrones! Toma, viejo, toma un trago de whisky. Nadie se preocupa de nosotros. Cuando nos salen arrugas o nos cubrimos de herrumbre, nos mandan al desguace. ¡Maldita sea, viejo! Ya nadie recuerda que ganaste la banda azul. Hace años que no se habla de eso. Y esos yanquis que transportaste durante la guerra… Tampoco ellos quieren saber nada de ti. El periódico decía que iban a llevarte a América. Pero era mentira. Sólo te despojaron de todos los muebles, viejo, de las escaleras, de los paneles de madera… Se me saltaron las lágrimas cuando vi lo que te hacían. Ojalá te hubiera torpedeado un submarino alemán. Entonces no te habrían olvidado. ¿A que estás de acuerdo conmigo, viejo? O, mejor, deberías haberte hundido en tu primer viaje… Decían que eras insumergible, viejo, insumergible. Tenías que haber chocado con otro barco… O con un iceberg.
Por un momento pensé que hablabas del hermano gemelo del Titánic, el Olympic.
Original visión del tema del mes. Esa charla entre dos viejos barcos, me gusta.
Un abrazo Juan pedro
Ternura entre barcos, precioso.
ja ja ja, esta historia sí que es auténtica. ¿Acaso nadie ha preguntado nunca al Titanic que sintió él?