29. La única etapa del 39 (Ton Pedraz)
Clavé la mirada sobre mi contrincante. Un alférez vigoréxico, elegido por el comandante del campo de prisioneros para derrotarme, quien ya se pavoneaba sobre la línea pintada con cal, auspiciando una victoria prematura, convencido de que el ciclismo consistía en lucir el maillot ante las señoritas de Rota.
Aquello no iba a ser como la ascensión al Tourmalet, o el pavés de los carrefour por El infierno del norte, pero con la bicicleta que me habían proporcionado no apuntaba a tarea fácil, incluso para mí. Mover el hierro de un cartero, sería como ascender a Los Lagos con pájara y lastrado por un ancla.
Tanteé los frenos de varilla, y alejé la dinamo de la cubierta agrietada, mientras ojeaba cómo el oficial se acoplaba sobre el manillar de competición de su Orbea.
Con el turuta dispuesto para tocar a degüello tensé mi pierna izquierda, la más poderosa, sobre lo que quedaba de pedal, en busca de una salida precisa.
Dos hileras macabras de cuerpos famélicos y ojos desahuciados, escoltas del recorrido a cien vueltas por el recinto, gritaron sin contención: Berrendero, Berrendero…
Entonces, sentí que mi apellido en boca de los prisioneros republicanos, más que a victoria tronaba a libertad.
Puestos a pedalear creo q
Puestos a pedalear ¿Qué mejor conquista que la libertad? Me encantó esta propuesta Ton. Suerte con ella.
Encantado de que te agrade la propuesta.
Abrazos Yashira.
David contra Goliat. Pase lo que pase, ya ganó David, por aclamación popular.
Muchas gracias por tu comentario Edita.
Deseando poder conocerte. Creo que vivimos próximos.
Unha aperta.
Ton, el que rie rie mejor. El final invita a buscar diversas alternativas a esta historia, bien narrada, que bien pudo ser cierta. Suerte y saludos
Hola Calamanda. No sé si lo que cuento sucedió. Lo único que yo puedo certificar, es que, El negro de los ojos azules, paso unos cuantos años a la sombra en el Campo de concentración de Rota. Y conociendo el curriculum de Julián Berrendero, puedes estar segura de que el alférez del relato jamás le hubiese vencido en una competición de ese tipo.
Abrazos fuertes y gracias por estar ahí.
Se nota que sabes o te gusta el ciclismo. Vaya historia tan original con un título a su altura y muy emocionante. El final es emotivo y es un micro que no te deja fuera de control, pues si empiezas a leerlo llegas a la meta seguro. Suerte, Ton, con tu relato de maillot rojo.
Gracias Lorenzo. Es una de mis pasiones. Ahora mismo escribo esto mientras disfruto con la ronda gala y los comentarios locos de Perico.
Aprendo mucho de todos vosotros. Tú incluido, por supuesto.
Abrazo sincero.
Tienes un buen nivel de conocimiento en el mundo del ciclismo y lo plasmas de manera estupenda en el relato. Una carrera que promete, unos rivales en todos los campos.
Suerte. Un abrazo.
Muchas gracias por pasarte Mª Belén. Se agradece tu comentario.
Suerte también para tu relato.
Una carrera por la dignidad que parte con desventaja, pues al alférez se le supone mejor alimentado que al prisionero, así como su máquina de competición menos pesada que el hierro de un cartero, pero su rival, supuestamente débil, cuenta con dos potencias impulsoras difíciles de superar: nada que perder y los ánimos de sus compañeros. La bicicleta de mi infancia fue una Orbea con frenos de varilla que me cayó en herencia, que tu relato me ha recordado, de ahí pasé a una BH de carreras.
Un saludo y suerte
Muchas gracias Ángel por tu comentario. Además, mi personaje guarda un as en su manga. Se trata de Julián Berrendero, El negro de los ojos azules, un campeón de tomo y lomo de los años treinta, excepcional escalador y ganador de la Vuelta a España y de varias etapas de montaña en el Tour. Este ciclista fue confinado durante tres años en el campo de concentración de Rota. El pobre alférez no tenía ninguna opción.
Preciso y hábil uso del léxico relacionado con el ciclismo que, acompañado por ese ambiente tenso y cerrado de la cárcel o campo de prisioneros y la descripción contrapuesta entre carceleros y prisioneros, hace que nos sumerjamos por completo en la atmósfera del relato y nos enganchemos a la narración, tan ágil como la carrera que presentas.
Me ha gustado mucho.
Enhorabuena!!!
Un abrazo
Marta
Agradecido quedo yo con tu paso por esta lectura. Gracias Marta y suerte con el tuyo también.
Ton, muy buen homenaje al ciclismo, y original propuesta del tema. Nos dejas final abierto donde el sentimiento de victoria, por lo menos moral, se palpa en el aire.
Un abrazo
Muchas gracias Marta. Berrendero no tendría ni para empezar con este alférez, algo «globero», que presento aquí.
Genial. Y con un final maravilloso. Felicidades.
Abrazos
Maravilloso es que tú hayas pasado a leerme. Agradecido siempre Miguelángel.
Estupenda carrera hacia una meta alcanzable
Muchas gracias Ezequiel por tu comentario.
Estupendo, una narración trepidante y emocionante que me ha atrapado. Y además has trabajado el tema ciclista afondo. Tres hurras para ti y maillot amarillo.
Estupendo es el comentario que me regalas Belén. Muchas gracias por pasarte.
Ton, un ritmo cinematográfico genial. Me ha recordado a películas como «Evasión o victoria», donde el triunfo de los prisioneros socava la moral del enemigo. Abrazos y feliz verano.
Agradecido Salvador por tu presencia. Y mucha suerte.
Ton.
Me parece magistral, Ton, la imagen de salida que nos pintas y esa meta inesperada casi podrían pintarse. Suerte y enhorabuena.
Eva, muchas gracias por el comentario.
Saludos,
Ton.
Hola, Ton.
No entiendo mucho de ciclismo, veo que tú sí y mucho, y me encantó conocer de tu mano la figura de Julián Berrendero.
El final pone el vello de punta: «mi apellido en boca de los prisioneros republicanos, más que a victoria tronaba a libertad».
Un abrazo muy grande y mucha suerte.
Gracias Towanda.
Julián fue un luchador desde que nació. Un alma concebida para el ciclismo de competición, en unos años en que aquel deporte era sobre todo sufrimiento. Además, y eso lo hace todavía más grande, jamás renunció a su forma de pensar.
Que tu nombre suene a libertad en boca de los compañeros privados de ella es muy grande. Ganó, ¡coño! Claro que ganó.
Abrazos por tu buen relato
Muchas gracias Javier por tu presencia en los comentarios. Por supuesto que Julián habría ganado, según aseguras.
Saludos.
Ser tan loco como tu siempre subido a las dos ruedas me alegra leerte y ver esa pasión que nos rodea. Sin duda Barrendero lleva las de ganar, sabemos que es poner el alma más allá de las dificultades.
Una vez me caí en la última curva a 200 metros de la llegada, terminé con una bicicleta con porta canasto de un almacenero, no gané pero llegué.
Un abrazo y suerte Ton.
Me alegra tu comentario. Siempre nos sentiremos libres sobre una bicicleta.
Gracias Molí.
Es un relato que se ve, y por el vocabulario acertado de aquellas bicicletas de hierro forjado. Cinematográfico y con fervor de victoria. Me ha gustado.
Muchísimas gracias Javier por tus alabanzas. Me alegra tenerte entre los comentaristas.
Ton
Muy bueno, Ton, con un final redondo.
Suerte y abrazo.
Muchas gracias por tu lectura Cristina.
Abrazos,
Ton.
Libertad! divino tesoro, sobre todo cuando se está privado de ella.
Lo has expuesto con realidad y crudeza.
Saludos
Gracias por pasarte M.Jesús. Por eso debemos protegerla con celo, la Libertad. Otros tuvieron que luchar hasta el último aliento, para que ahora nosotros podamos disfrutarla.
Abrazo,
Ton.
Me ha encantado la descripción de la bici del prisionero en comparación con la del alférez de la que solo sabemos que es una orbea pero imaginamos muchísimo mejor. El final te ha quedado redondo y la ambientación impecable. Un abrazo.
Pues me alegro de que te encantase Mar. Agradezco mucho tus comentarios.
Gracias y un abrazo,
Ton.