Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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40. La vereda

Separaba mi casa de la suya un prado con un árbol en el centro, un frondoso alcornoque bajo el que tenían lugar nuestros encuentros furtivos. Eran cien pasos desde su puerta y otros tantos desde la mía, unos setenta metros que todavía hoy, en mis continuas noches en vela, imagino que recorro desbocado.

Fue en verano que empezaron las idas y venidas, ávidas de amor y pasión y con la hierba reseca crujiendo ante nuestras pisadas, se prolongaron a través de los charcos del otoño, en cuyo barro los pies se clavaban, cuando no resbalaban hasta hacernos caer, y no se detuvieron en invierno pese al frío y la tierra helada, esa que las suelas hollaban un poco cada vez.

Ni ella ni yo tuvimos la culpa de que todo acabara mal. Siempre fuimos cuidadosos en extremo, citándonos cuando todos dormían para no ser vistos ni oídos, retirando al regreso las briznas y espigas que traíamos en el pelo y la ropa, o los restos de barro del calzado y los bajos del pantalón. Fue la primavera, haciendo crecer de manera profusa plantas y flores, pero incapaz de hacerlo bajo la obstinación de nuestros pasos, la que nos acabó delatando.

6 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    El ideal de todo villano es maquinar el crimen perfecto, que no deja de ser una quimera. Aumque acabemos siendo polvo y olvido, de todo lo que hacemos dejamos huella y pistas. Los seres humanos podemos convivir con la.naturaleza, pero es imposible no ser un poco dañinos.
    Un relato original, al que es aplicable lo de «fue hermoso mientras duró», o «de aquellos barros, estos lodos».
    Un abrazo y suerte, Enrique

    1. Enrique Mochón Romera

      De nuevo me sorprendes con tu capacidad para sintetizar el relato y las ideas que contiene. El crimen de estos dos seres humanos habría sido menos imperfecto de no haber reincidido tanto los pobres. «Fue hermoso mientras duró» suena mejor que “siempre nos quedará el alcornoque”; me lo quedo junto con lo de «de aquellos barros, estos lodos», frase en la que encaja muy bien esa vereda trazada por la pasión.
      Muchas gracias, Ángel. Un abrazo.

  2. Antonio Toribios

    Un relato marcado por las cuatro estaciones. Una pena que todo acabe en la de las flores, tras haber sobrevivido al hielo y al barro. Pero, es la vida… Original y bien construido. Un saludo, Enrique.

    1. Enrique Mochón Romera

      Sí que es una pena que todo acabara precisamente cuando el contexto era el más hermoso. Tu comentario no obstante me ha recordado aquella canción de Battiato (La estación de los amores), y he pensado que quizá para los personajes aquel año existiera una sola estación.
      Muchas gracias por todo, Antonio. Un saludo.

  3. Rosalía Guerrero

    Enrique, está muy chulo cómo vas contándonos el paso de las estaciones para esa pareja de amantes. Lástima que los descubrieran y todo acabara.
    Un abrazo y suerte.

    1. Enrique Mochón Romera

      Muchas gracias, Rosalía. En este caso podríamos decir que «tanto fueron los amantes a su nido de amor que al final hicieron una vereda». Me alegra que te haya gustado. Un abrazo.

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