75. La viajera
Dicen que camina silenciosa por senderos de tierra, que sube calles empedradas y baja avenidas de asfalto, y que sobre la piel lleva tatuados los mapas de mil paisajes recorridos. Nadie sabe de dónde partió ni hacia qué lugar se dirige, pero jamás se detiene.
Los niños juegan al borde de un camino que ella dibuja con sus pies y se aventuran tras su rastro, como ratoncillos bajo el encantamiento de una flauta. Solo las mujeres, con su instinto maternal, acuden prestas al rescate y le ruegan que marche pronto.
No conoce la soledad. Siempre encuentra algún joven temerario que decide tomar su mano en las rutas más escarpadas. Pero es ella la que escoge a quien dormirá al abrigo de su cuerpo cuando llega el ocaso.
Hoy, cuando las agujas del reloj marcaban la hora más oscura, vimos su sombra cruzar la plaza del pueblo. Entonces supimos que padre nos dejaría esa noche para emprender, de su mano, un último viaje.
Me entusiasma tu relato, María. Como curiosidad, alcomenzar a leer,tal vez sugestionado por otras lecturas y poemas, veía a tu protagonista como a una especie de «vieja loca solitaria». Enhorabuena. Saludos y suerte.
Bello texto, María, dedicado a esa ancestral dama oscura que con su sombra da refuerzo a la vida. Me ha gustado tu forma de narrar, de describir los bordes, dejando que el lector rellene el contenido.
Placer leerte. Feliz verano. Un beso.
No se por qué tenía la sensación de que era esa viajera la que describías, desde el título lo intui, será que últimamente ha elegido a algunos seres queridos para acompañarla y sabes? No ha elegido nada mal, esa es una compañía estupenda. Lo se de buena tinta.
Muy bonito, poético y genial.
Suerte y felicidad.
¡Bellísimo relato, María! Nos envuelves con esa prosa tan cuidada y poética de tal forma que la historia que cuentas queda subyugada a ella. ¡Enhorabuena!
Un abrazo.
Estupendo. Medida cada palabra, suave y elegante. Muy bueno
Bella prosa.
¡Ay esa dama negra que nos va pisando los talones, y a la vez está siempre allí, al final del camino.
Un abrazo.
Vida y muerte envuelta en una exquisita prosa. Enhorabuena y gracias, María, por este relato que nos has regalado. Abrazos y suerte.
Me ha encantado tu relato, me recuerda mucho a la obra de teatro de Alejandro Casona «La dama del Alba». Tu estilo narrativo es genial. Enhorabuena y mucha suerte, creo que podrías tener premio. Un abrazo.
María, bella forma de contar los ultimos encuentros, a modo de despedida, con la muerte. Suerte y saludos