43. La vida puede ser maravillosa
El día había comenzado bien, los informativos no cesaban de lanzar a las ondas la noticia de un gravísimo accidente aéreo. No había habido sobrevivientes. En otra parte del mundo la crecida de un rio se había llevado por delante las casas de todo un pueblo. Las víctimas se contaban por decenas.
Una sonrisa de oreja a oreja relució perenne en su rostro. El sabor del café matinal le pareció magnífico; las tostadas con mermelada y mantequilla, sublimes.
Al bajar la escalera escuchó llantos y lamentos en el primer piso, seguramente el anciano que se aferraba a la vida con un ahínco impropio de su edad por fin había fallecido.
En la calle terminó de comer un plátano y depositó la cáscara cuidadosamente en medio de la acera, a la espera de que algún despistado y desafortunado transeúnte la pisara y se rompiera la crisma.
El sol brillaba reluciente en el cielo, prometiendo que iba a ser otra jornada espléndida para Lucifer.
👌👌👌
Bueno, si es Lucifer se le justifica todo, que para eso está. Lo malo es que hayan más luciferes como él, entonces es menos soportable. Pero por desgracia bastante real, “quién siembra vientos recoge tempestades”
Bien narrado.
Qué cabroncete, claro que si es Lucifer… Lo malo es que existe gente así, gente con rasgos de personalidad de psicópatas, faltos de empatía, pero pero perfectamente adaptados a la sociedad.
Es muy visual, y con un sorprendente giro final.
Enhorabuena y suerte.
No hace falta ser Lucifer, hay quien tiene un especial disfrute en que suceda el «cuanto peor, mejor». En este mundo nuestro, a los Luciferes no les faltan motivos para su particular recreo.
Un relato cuyo final refleja lo frágiles que somos, la vulnerabilidad ante cualquier desdicha, y la alegría del Maligno y del Belzebú interior que todos llevamos dentro ante la desgracia ajena.
Un saludo y suerte, Emilio
Un saludo y suerte, Emilio.
Muy visual, se puede ver perfectamente la sonrisa y todos los gestos, me lo imagino silbando por la calle con las manos en los bolsillos y consigues que parezca amable, que caiga bien. Me gusta mucho la frase del anciano que se aferraba a la vida con un ahínco impropio de su edad. ¡Enhorabuena!