136. La vieja de los gatos
Cuando me mudé al casco antiguo me llamo la atención la casa en ruinas que había junto a la mía, parte del tejado estaba hundido y sus muros agrietados amenazaban con derrumbarse.
A veces salía de allí una anciana decrépita, desaliñada, de pelo enmarañado y vestimenta decimonónica. Lo más curioso de todo era la presencia de cientos de gatos que invadían las tapias, ventanas, aleros y portales, en cuanto aparecía la vieja señora. Un día decidí seguir a la añosa dama con su corte de mininos, fueron hasta un barrio abandonado de las afueras.Tras torcer una de su maltrechas calles, reducidas a escombros, perdí su rastro, como si se hubiean esfumado en un instante.
Un día, tras una semana de lluvias torrenciales, un gran estruendo anuncio el desplome de la maltrecha vivienda.
Tras llamar a los servicios municipales, expresé mi preocupación de que dentro estuviera la anciana, entonces mis vecinos me dijeron, que allí no vivía nadie desde hacía más de 30 años. La última persona que la hábito, había sido una vieja demente por culpa del desamor, que consagró los últimos años de su vida a cuidar cuidar a los gatos del barrio.
Hola, Encarna.
Esa dama hacía el bien sin alharacas, con misterio, como si no se notara. Cuidaba de los gatos de la calle. El amor a los animales resulta extrapolable a los humanos. El que ama algo bueno es capaz de amar otra cosa. El amor es amor. Y esta anciana decimonónica era una mujer muy abnegada. Me gusta tu propuesta. Besos.
Bienvenida a ENTC, Encarna. Nos dejas una triste y atractiva historia recubierta con los aromas misteriosos de una especie de realismo mágico. En ti relato se aprecian varios errores: llamo, hubiean, anuncio, hábito, cuidar cuidar… Puedes corregirlos y reenviar el texto. Suerte y un saludo.
Me ha gustado tu cuento, que me resulta familiar puesto que ocurrió realmente, aunque la protagonista lo que tenía era alzheimer, y también la casa donde vivía estuvo a punto de derrumbarse con ella dentro, casi diría que fue una suerte que se hundiera primero la de al lado y no la suya. Pero ni siquiera la enfermedad consiguió que dejara de dar de comer a los gatitos, para ella era parte de su rutina diaria, como si la hubiera convertido en hábito.
Mucha suerte y bienvenida.
Puede que se trate de Altagracia Garcia pariente lejana que vivia en la Habana Vieja. Natural de Asturias, Espana
No tenia Alzheimer desde joven repartia alimentos a los gatos callejeros
Fallecio en los anos 70.
En los anos 50 le hicieron in reportaje en la revista Bohemia o Carteles.