94. Lágrimas de San Lorenzo (Luisa Rodríguez)
Recorre la constelación de Perseo con el mismo alborozo infantil que le henchía cuando chapoteaba en cualquier charco diseñado por el aguacero. Pierde la noción del tiempo y del espacio, y se aferra al deseo que ha conseguido colgarse de la cola del cometa. Su anhelo se cumple al convertirla en una de esas estrellas que cruza el firmamento sin que nadie le indique la trayectoria que debe seguir, ni cuándo aparecer o en qué lugar apagarse. Hermosa, pero fugaz.
Una ligera presión en la mano la trae de regreso a la Tierra, al descampado donde están tumbados con la única compañía de una orquesta de grillos. Es un gesto tierno y cómplice. Intuye que la está mirando, pero no vuelve la cabeza. Siente el calor húmedo de una lágrima que resbala por su sien. Pero cómo explicarle que no es de felicidad, que lo que fue, ya no es.
Tu protagonista anhela una libertad que sólo puede tener en sueños. La vuelta a la realidad y sus cambios implacables, que convierten la felicidad en pura rutina e inercia, le decepciona, cae sobre ella como una losa. Quisiera escapar de allí transformándose en estrella fugaz, aferrada a la cola de un cometa, pero la gravedad le ata a la Tierra y la impide volar como antes.
Triste y hermoso viaje espacial.
Un abrazo, Luisa. Suerte
Qué bien lo cuentas, Ángel! Muchas gracias por el comentario. Un abrazo.
Hola, Luisa.
Un deseo precioso (el de colgarse en la cola de un cometa) para la literatura, para los que sueñan con la libertad. Me gusta mucho esa imagen de evasión.
La frase final también es redonda: «que lo que fue, ya no es».
Un abrazo y suerte.
Muchas gracias, Townada. Los deseos siempre son libres. Un abrazo.
Luisa, qué imagenes tan poeticas, pura fantasia en una realidad que parece necesitarla. Suerte y saludos
A veces hay que recurrir a la poesía para endulzar la realidad. Muchas gracias. Un abrazo
Mis lágrimas favoritas, aunque no siempre me conceden los deseos que les pido, pero no hay nada mejor que estar bajo un cielo lleno de estrellas fugaces una noche de verano. Y que bien y bonito lo sabes contar. Suerte guapísima y un bico enorme.
También las mías, Eva. Unas lágrimas fugaces que nos permiten soñar con la ilusión de que se cumplirá nuestro el deseo. Graciñas. Bicosss.
Magnífico intento de fuga convertida en estrella. Relato preñado de pinceladas poéticas, y final rotundo reafirmando un amor que ya no es tal.
Me ha gustado mucho Luisa. Te deseo suerte.
Ton.
Qué bien que te haya gustado, Ton. Muchas gracias. Un abrazo.
Cuántas lágrimas caerán por esa misma causa, la de buscar algo que no encontran y aceptar y vivir con quien tiene al lado sin que de verdad les llene.
Me ha gustado mucho, por que en el fondo todos somos unos soñadores.
Un abrazo
Lo que hoy es fundamental en nuestras vidas, mañana puede dejar de serlo. De hecho, suele pasar. Muchas gracias, Asunción. Un abrazo.
Poética fuga llena de musicalidad que nos recuerda que no hacen faltas barrotes para sentirse prisioneros. Mucha suerte 🙂
Prisioneros sin barrotes…Efectivamente así se siente la protagonista. Muchas gracias, Juan Antonio. Un abrazo.
En situaciones así puede ser útil escapar con la imaginación, agarrado a un cometa o a lo que se presente, pero es más honesto y sobre todo mucho más justo tomar las riendas de la propia vida, liberar y liberarse. Un relato muy bonito, con una última frase que da sentido a todo el texto. El título me gusta porque para mí remite a la muerte lenta y dolorosa de un sentimiento. Besos y suerte.
Lo ideal es ser valiente, pero, por una razón u otra, no siempre lo somos, o no nos atrevemos a serlo. Ana, muchas gracias por tu comentario. Besoss.
¡Muy bien! En la segunda lectura se aprecian las pistas que has ido dejando. Me gustado la orquesta de grillos y efectivamente, es terrible que siempre haya quienes creen que te quieren y sin embargo solo te dirigen. Ma’gustao. Suerte.
¡Qué bien que te haya gustado, Ximens! Muchas gracias. Un abrazo.