101. Las dos orillas
Todos aquellos planes, aquellos sueños, lo tenían como ido, y ella lo notaba día a día viendo que su mirada estaba ya embarcada en una travesía incierta y prometedora a la vez.
—Te escribiré, repetía él constantemente.
Una nueva vida lejos de la casi segura miseria era suficiente como para echarse a la mar y probar suerte.
—Encontraré un trabajo, volvía a decirle.
Pocas cosas la ligaban a sus orígenes, pero los lazos con él se estaban desatando también a causa de su obstinación con el nuevo mundo al otro lado del océano.
—Vendrás cuando me haya instalado, insistía.
Viendo alejarse el barco por el océano, ella era un mar de dudas.
Pocas cosas se me ocurren que puedan causar mayor incertidumbre que dejarlo todo y cambiar de vida, en este caso por pura necesidad. Quedan las promesas, pero la distancia y la imposibilidad de un trato frecuente hacen que todo parezca en el aire, como tambaleándose sobre una superficie insegura, nunca mejor dicho: «en un mar de dudas», especialmente para quien se queda en la orilla de partida.
Como siempre, un placer leerte.
Un abrazo fuerte, JM. Suerte
Juan Manuel, cuentas fenomenal la situacion incierta y dolorosa de tantas gentes y sus familias. Suerte y saludos
Un drama tan frecuente pero qué bien lo has reflejado en pocas palabras. Bravo, maestro, un gran abrazo y suerte.