70. LAS VIUDAS DE DON PABLO (Inés Z.)
Clemencia Torres regentaba un pequeño negocio de lápidas del que se hizo cargo al morir su abuelo. Era una mujer extraña, a la que muchos consideraban bella y que nunca tuvo un hombre a su lado. Siempre sola, su nombre corrió de boca en boca, intentando en vano desentrañar el misterio.
Cuando una mañana de abril una mujer vestida de negro traspasó el umbral de su establecimiento a Clemencia se le encogió el estómago. Aquella clienta a la que conocía tan bien quería un epitafio sencillo y escueto.
-No hubo palabras de amor en vida, tampoco las habrá en la muerte- manifestó la viuda. Y tras dar unas cuantas indicaciones abandonó el local, dejando a Clemencia junto al mostrador, inmovil, hasta que el viejo reloj de cuco le recordó que debía cerrar su negocio.
Una semana después el comportamiento de Magdalena Torres, la viuda de Pablo de la Vega, conmocionó al pueblo. Nadie entendió que se dejara las uñas intentando arrancar la lápida de la tumba de su marido. En su inútil intento destrozó sus dedos, manchando de sangre las palabras de amor que allí había escritas. Palabras que, interceptadas por los oídos de otra mujer, jamás llegaron a los suyos.
Inés, que caracter y que misterio. Fenomenal historia para contar en las noches de invierno. Suerte y saludos
Gracias, Calamanda, me gusta el misterio.
Un beso.
Un hombre, dos mujeres, sendos vacíos. Algunos disponen de tantos encantos que tienen para repartir por partida doble, incluso más allá de la muerte. No obstante, debe de ser agotador, por eso el que ha vivido así seguro que descansa al marcharse, mientras que los que se quedan, sufren, cada cual a su manera.
Un saludo y suerte
Estoy contigo, debe ser agotador mantener dos relaciones, aunque quizá el que lo haga no opine así.
Gracias por comentar, Ángel, un abrazo.
Muy buena historia Ines, Felicidades!!!
Gracias por leer y comentar, Susana.
Un abrazo.
Palabras de resentimiento trastocadas en frases de amor sobre la lápida. Historia profunda e impactante.
Enhorabuena, Inés.
La rivalidad entre las hermanas hasta ese último momento es lo que quería reflejar.
Un abrazo y gracias, Rafa.
Lo has explicado a la perfección, Ana, dos mujeres unidas y separadas a la vez por un mismo hombre.
Besos y abrazos.
Bonita historia Inés , suerte besos.
Gracias, Maitetxu. Besossss
Un abrazo!!!
Lo raro es que en vez de arañar las palabras de la lápida no fuera a arrancarles los pelos a su hermana. jaja-
Supongo que le haría un descuento en la factura.
Bromas aparte, me encantó su lectura y te deseo muchísima suerte.
Un abrazo.
Jajajaja, estoy contigo, Virtudes. Hubiera sido mucho más fructífero hacer lo que tú dices. Se habría dado un gustazo, de eso no hay duda.
Muchas gracias y muchos besossss
Rivalidad entre hermanas, un hombre compartido en vida y ahora también en la muerte.
Maravillosa la escena de desgarro de la viuda ante el epitafio de amor, unas palabras que nunca pudo escuchar y que ahora tendrá que leer siempre.
Muy bueno Ines. Un beso.
Gracias por leer y comentar, Belén.
Muchos besos.
Me ha gustado mucho el redactado y el halo de misterio con la que has envuelto toda la historia. Creo que está muy bien contado y le deja mucho espacio al lector para que acabe de imaginar. Mucha suerte 🙂
Muchas gracias, Juan Antonio. Besos y abrazossss
Qué terrible relato, Inés. Me gustó mucho porque es de los que sacude el alma y seguro que las conciencias. Te quedo muy bien. Felicidades!
Gracias por comentar, María. Fuerte abrazo.
Clemencia y Magdalena, las dos viudas. Una en papeles y otra en corazón. Qué bien retratadas ambas hermanas (y qué bien puestos sus nombres) y lo difícil de su relación triangular. Me ha gustado mucho.
Un abrazo.
Muchas gracias por leer y comentar, Izaskun.
Beso enorme.