68. LATENTE (Juan Manuel Pérez Torres)
No fue repentina la muerte de mi padre, su larga enfermedad le fue concediendo tiempo para dejarlo todo bien atado. Lo inesperado vino luego.
Bajo llave la encontré, bien guardada en un sobre, junto a la carpeta negra, dentro del «cajón de las cosas importantes» como él decía. Dejé a un lado el testamento, el ocaso, los seguros, me desentendí de la escritura de la casa, de la caja de caudales… Y allí me esperaba… Fascinado, solo miré aquella foto… ¡Era mi madre!
Murió al nacer yo, su único hijo. Nunca antes la había visto, pero supe que era ella. Me miraba como si me hubiera conocido toda la vida y, en blanco y negro, con algunos tonos sepia, en su gesto me reconocí. Entonces se me reveló la razón de mi sosiego.
Fue una vivencia enriquecedora. Aquella energía de quietud, calma y bienestar fue un inspirador disfrute y un gozo revelador. No solo era ausencia de agitación, también de ansiedad e inquietud. Y una experiencia profunda conectó sus ojos con los míos.
Una fina lluvia caía sobre el tejado. Sentí que el aire me abrazaba. Mi ser interno destiló el silencio. Jamás volví a sentirme solo.
jo, qué bonito conocer a una madre, y que eso nos libere del peso que nos ha acompañado tanto tiempo. A mi también me gustan las fotos antiguas, tienen la magia de un instante lejano congelado.
Un abrazo y suerte.
Ya he tratado en varias ocasiones el sentimiento de orfandad, el vacío que se siente al carecer de referentes.
En esta ocasión quiero reflejar la importancia que tiene para un hijo conocer la mirada de la madre y conectar con ella, incluso a través de una vieja foto donde oculto, escondido o aparentemente inactivo (latente), encuentra y reconoce el abrigo inmaterial que necesitaba.
Gracias Rosalía por tu comentario y suerte con tu relato, ay! Esos trastos…
Abrazo.
No me atrevo a afirmar que realmente una imagen vale más que mil palabras, pero en ausencia de las últimas, son un complemento inmejorable. Tu protagonista así lo ha valorado y tú lo has transmitido, dejando atrás herencias y bienes materiales.
Un abrazo y suerte, Juan Manuel
Sí, Ángel, al igual que una palabra tiene sus significados concretos y otros muchos figurados, una mirada te puede decir (sin palabras) tantas cosas… Por eso el silencio puede ser atronador cuando las miradas se encuentran. A veces, como en mi relato, una simple foto enciende la mecha.
Gracias por interés y por tu constancia, y suerte.
Un abrazo.
Muy emocionante. A veces, para reencontrarnos, necesitamos mirar una foto.