14. Lealtad visceral (Alberto BF)
Cómo te echo de menos, Rocky.
En mi celda cierro los ojos y me viene a la mente tu mirada fiel, cómo buscabas nuestro cariño y compañía, aunque a menudo Julio te dejara sin comer cuando volvía borracho del trabajo.
En ciertas ocasiones me apenaba golpearte cuando daba rienda suelta a mi frustración, he de reconocerlo. ¿Recuerdas aquel día en que mis padres dijeron no querer volver a verme en la vida? Cómo me dolió aquello, amigo, ¡me volví loca! Pero ahí estabas tú, recibiendo mis embestidas sin apenas quejarte, y permaneciendo cerca para que pudiera desahogarme más y más, hasta casi quedarme sin aliento.
Qué imponente te mostrabas cuando te enseñamos a pelear para poder pagar nuestras dosis. Nos hiciste ganar mucho dinero hasta que un correoso pitbull te hizo perder la visión en el ojo derecho. Llegué a admirarte, pero aquello se trataba de un espejismo: siempre fuiste el mismo perdedor.
Lo que nunca podré olvidar es el día en que vinieron esos señores a buscarte, acompañados por aquel vecino entrometido. Cuando te llevaron no pude soportarlo y tuve que ocuparme de Julio: el desalmado te dejaba sin comer. Yo también soy leal, Rocky. Me entiendes, ¿verdad?
Nos introduces de lleno en el mundo del lumpen, que tanto apego parece tener por los animales, aunque luego no los cuiden demasiado, si es que no llegan al nivel de maltrato de tu protagonista no perruno. Me gusta como muestras esa frustración que la chica trata de atenuar maltratando a quien más la quiere. Y como, luego nos muestras la verdadera cara de semejante animal embutido en un, seguramente, maltrecho cuerpo humano. Enhorabuena, Alberto. Un saludo y suerte.
Muchas gracias por tu comentario, Jesús. En algunos casos es difícil diferenciar quién es el animal, incluso hay dudas razonables sobre la existencia de racionalidad. Un cordial saludo!
Hola, Alberto.
El perro, muy bueno el nombre elegido (ya van dos con el de Ángel Saiz) y los drogadictos. La drogata quería al perro y, al fin, venga los oprobios sufridos por el can de la mano de su compañero de alucinaciones. Un cariño al fin correspondido con muerte al villano.
Los perros suelen resultar empáticos de por sí, aunque algunos muerdan sin deber hacerlo; pero el de tu texto es el colmo. Un formidable perdedor. El texto está muy buen escrito y armado. Te felicito. Un abrazote.
Ahí va, Martín, no había reparado en ese dato, ¡he repetido nombre! En mi caso lo he utilizado haciendo un guiño a su ocupación temporal de púgil perruno.
En cuanto a los perdedores, no entendemos de raza ni de especie, formamos parte de una categoría universal.
Un abrazo, y ¡muchas gracias por tu comentario!
Muy bien llevado todo el relato, con esa narración «in crescendo» que termina con la supuesta venganza-desquite hacia el otro, una vez que el perro ya no está. Abuso de poder, sumisión, lealtad o genética de perdedor, forman un cóctel bien armado de difícil digestión pero excelente lectura.
Un saludo, Alberto.
Muchas gracias por tu comentario, Manoli. Difícil digestión, sin duda… podríamos decir que su redacción también ha sido algo indigesta por el tema abordado.
Un saludo!
Un relato que nos sumerge en los submundos de la drogadición y peleas de perros, muy bien narrado.
Un saludo
Submundos sórdidos, marginales… pero tristemente reales.
Muchas gracias por tu comentario, Blanca. Un saludo!
Terrible para un perro tener la mala suerte de vivir con una dueña como tu protagonista, Alberto. Muchos palos a su espalda procedentes de una mujer que dice quererlo y hasta justifica el maltrato. Me ha gustado cómo expones el tema.
Un abrazo.
Hay veces que el maltrato suele ir asociado (según los perpetradores) a una forma muy particular de «querer» y poseer al maltratado. Vomitivo argumento, la verdad. En fin, esta vez me ha dado por abordar este tema, me alegra que te haya gustado.
Muchas gracias por tu comentario, María José, y un abrazo.
Un gran relato con un enorme acierto a mi entender en el punto de vista que has tramado. Enhorabuena y suerte !!
Muchas gracias por tu comentario, Juan Antonio!
Me alegra que te haya gustado. Suerte para ti también!
Madre mía Alberto ¡Qué relato! Has juntado mundos y vidas terribles en él, pero lo has hecho tan bien que casi se vive como en una película, mientras lo leía imaginaba cada escena y me pareció mucho más largo, y es que, cuentas tanto y tan duro… Aunque me ha dolido leerlo que sepas que me ha gustado. Mucha suerte con él.
Saludos.
Muchas gracias por tu comentario tan positivo, Maribel. Ha sido duro leerlo, y también escribirlo, pero bien sabemos que la vida algunas veces nos muestra su lado cruel.
Un saludo, y suerte para ti también!
Muy fuerte tu relato Alberto, has incluido varios delitos, haciendo un amasijo muy duro, como esas películas bestiales negras que producen una gran desazón. Muy bueno.
También tu avatar.
Un abrazo
Me alegra que te haya gustado el relato! Sí ha quedado un poquillo negro, sí…
En cuanto al avatar, para bueno, el tuyo. Muy apropiado para el tema de este bimestre!
Un abrazo
Duro relato tocayo, duele leerlo. Relatas con crudeza una realidad que excede toda comprensión y la decadencia del ser humano.
Excelente! Un abrazo y suerte.
Muchas gracias, tocayo. Cruda realidad, sin duda. Me alegra que te haya gustado.
Un abrazo, y suerte para ti también!
Alberto, está muy bien descrita la marginalidad y los sentimientos contradictorios. suerte y saludos. Feliz 2017
Muchas gracias por tu comentario, Calamanda.
Feliz 2017 para ti también, aunque ya te lo deseo con un poco de retraso.
Suerte y saludos!
Hola, ALBERTO. Leo sobre esta «Lealtad visceral» de tu Rocky y reafirmo lo que ya dije en otro comentario: hay seres humanos que no ameritan el adjetivo.
Muy bien por ese vecino entrometido.
Y muy mal por la narradora y su Julio: por saber del mal y el hambre infligidos y continuar infligiéndolos. Por sus bajos instintos. Por su enfermiza dependencia de sus dosis y por casi no importarles ese ojo perdido en la pelea.
Un micro/denuncia que de ningún modo pasa desapercibido.
Cariños,
Mariángeles
Hola, Mariángeles.
Ni Julio ni la narradora son buen ejemplo, qué duda cabe. No me gustaría haber estado en la piel de Rocky.
Muchas gracias por tu comentario, y un saludo!
Durísimo relato de vidas hundidas. No cabe duda de que el ser humano es capaz de lo mejor y de lo peor y que la espiral de violencia no tiene fin, una vez se entra en esa dinámica.
Has descrito magistralmente el ambiente y la mentalidad de los personajes, incluídas las reacciones del pobre perro.
Muchas felicidades
Muchas gracias, Asunción, por tu comentario. Así es, somos capaces de lo mejor y de lo peor, y casi siempre lo paga el que menos culpa tiene.
Un saludo, y suerte!
Mira que leemos relatos duros muchas veces, pero durante la lectura de este he soltado un par de «uffffs» porque realmente la historia duele y no poco. Maltrato sobre maltrato y violencia sobre violencia, una gran denuncia. Besos y suerte.
Historia dolorosa, Ana. Y que no debería repetirse, aunque por desgracia seguimos viendo realidades que se acercan a la descrita en el relato. Ojalá en un futuro sean sólo literatura barata.
Besos, muchas gracias, y suerte para ti también!