Llámalo providencia y sonríe
Cuando alguien le contaba que estaba ahorrando para las vacaciones y que en la hucha sólo metía monedas de dos euros, ella asombrada se decía a sí misma: «¡Yo no podré hacer eso en mi vida, si a mí una moneda de dos euros a veces me salva el último día del mes!»
En una ocasión, mientras disfrutaba de un baño en la piscina, escuchó la siguiente conversación entre un grupo de amigas que tomaban el sol en el bordillo: «Chicas me ha devuelto hacienda setecientos euros, así que este año me voy de crucero», su mente volvió a echar cuentas y aunque lo que le devolvió el fisco a ella no llegaba a esa cantidad, lo peor es que no le había dado tiempo a enterarse, la cesta de la compra había recibido ese dinero como agua de mayo.
Esta mañana cuando fue a su rinconcito escondido, encontró el nido vacío y necesitaba comprar yogures y huevos. Bueno pues habría que improvisar, no sería la primera vez; pero, había una cartera vieja debajo y….los cincuenta euros que allí estaban dobladitos le iban a arreglar los dos días que le faltaban para cobrar.
¡Sorpresa mayúscula y amplia sonrisa!

