117. Lo peor de que lleve dos días seguidos sin parar de llover
Lo peor de que lleve dos días seguidos sin parar de llover no es lo mal que funciona el transporte público, continuamente interrumpido por la imprevisión de quienes diseñaron el servicio y el dibujo de la ciudad. Lo peor de que lleve dos días seguidos sin parar de llover no son las coladas arruinadas ni las riadas que te dejan perdidos los zapatos y los bajos de los pantalones.
Ni los coches, que da pena verlos. Ni los continuos resfriados.
Lo peor tampoco es que esto ni siquiera le vaya bien a los campos, como en principio pudiera haber parecido. Lo peor de que lleve dos días seguidos sin parar de llover sangre, cosa que no recuerdo haber dicho antes, son los charlatanes y los iluminados y los falsos profetas quienes, vestidos con sus túnicas de mamarracho, han tomado las plazas para anunciarnos, a voz en cuello (qué pesados son y qué entusiasmados se los ve en sus prédicas y en sus fatales preludios), que el fin del mundo está próximo. Y que sólo arrepintiéndonos de los pecados cometidos lograremos salvar nuestras almas del fuego eterno y, acaso, que deje, de una vez por todas, de llover.
A ver si se acaba el mundo, para los agoreros, de una vez por todas y nos dejan en paz.
Buena propuesta David. Suerte, un abrazo.
David, la crítica y reflexion se dan en tu cuento por igual. Bien contado, muy visual. Suerte y saludos
Muy crítico con muchas cosas. Me ha gustado la manera en que denuncias algunas cosas (o como mínimo las señalas). Mucha suerte 🙂
Sí puede percibirse una crítica social en tu relato. Espero que pare ya de llover sangre, esa sangre de los otros que ponen su sufrimiento.
Muy bueno, crítica dura a los que se aprovechan del sufrimiento ajeno. Un beso
Primero nos llevas apaciblemente por un camino en apariencia conocido, a más de la mitad del relato nos das el volantazo y luego derivas hacia una conclusión imprevisible. Me ha encantado. Suerte para este pedazo de texto.
Muy bueno, David. Me ha gustado tu lluvia de sangre contaminada por la hipocresía.