11. LOCOS BAJITOS (Paloma Casado)
Aquel año, mi hermano mayor descubrió el amor con Margarita, hija de los propietarios de la librería del pueblo; circunstancia que le impulsó a gastarse en libros todos sus ahorros. Sin embargo, la timidez nunca le permitió declararle su pasión, y al descubrirla besándose con un veraneante, comenzó a aborrecer la lectura y decidió regalarnos a nosotros los pequeños, los rehenes cautivos de su amor.
Los libros, guardados en cajas, se convirtieron en material de juegos ese verano. Anita los apilaba en la cocina para llegar a la estantería donde se guardaban las mermeladas, Cristina, armada con sus pinturas, decoró las hojas con garabatos de colores. Mateo decidió que había encontrado el lugar ideal para prensar las flores e insectos que coleccionaba.
Todos nos reímos cuando, años después, papá nos contó el susto que se había llevado al encontrar una mantis religiosa cuando leía las obras completas de Lovecraft.
Yo fui la única a la que le gustaban las letras. Mamá lo sospechó al encontrarme a menudo con la lengua negra, pero mi afición no quedó desvelada hasta que me ingresaron en el hospital, el día que descubrieron humedecidas de saliva, las páginas de Guerra y Paz.
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Brillante ejemplo de lo que es ser «literal». Me gusta mucho como lo has contado y la naturalidad con la que lo describes. Mucha suerte. 🙂
Lástima que el amor no correspondido llevase al hermano mayor a desentenderse de los libros, malditos corazones rotos que nublan alma y entendimiento.
El uso que los hermanos pequeños dieron a los volúmenes no fue el ideal (muy simpático el detalle de la mantis en las páginas de Lovecraft), pero al menos no les resultaban indiferentes. Por suerte, siempre hay alguien que se contagia del virus que propagan las buenas letras, esa bendita «enfermedad» incurable.
Una lectura muy agradable.
Mucha suerte y un saludo.
Literalmente la narradora se bebió Guerra y Paz. Vaya sed tenía.
Buen relato Paloma, un abrazo.
¡Qué bueno Paloma!Me gusta cómo has mezclado la parte real con la literal, y desde luego me ha encantado el resultado.
Mucha suerte
Muy bonito relato, me ha encantado la historia de los hermanos y ese final donde se traga Guerra y Paz la protagonista es genial.
Un abrazo
¡Menudo empacho de letras! El micro me ha entusiasmado sobre todo esa parte donde narras los distintos usos que se pueden dar a los libros. Me ha parecido entrañable y divertido. Felicidades
Leo tu relato y me recuerdo de los Gremlins,esos monstruosos » adorables». Una casa llena de niños trastos, gamberillos… Y sonrío…
Paloma, original punto de vista; es cierto; al menos las generaciones pasadas nos empapabamos de Guerra Y PAZ. ana Karenina, los Miserables etc…. Reflejas con naturalidad esas situaciones. Suerte y saludos
Paloma, menos mal que la oveja negra de la familia lo era por la tinta. Muy original, me ha gustado. Abrazos.
Paloma, divertido el cuento. Además, los pigmentos y colorantes de la tinta, tienen unos productos alucinógenos que son los que nos hacen disfrutar de la lectura.
Un beso
Precioso relato tan bien escrito que parece que todos hemos vivido las escenas. Muy tierno y divertido, has demostrado que los libros valen para muchas cosas, además de para leerlos.
Besos
Tu guía de los usos y disfrutes de los libros me ha gustado mucho. Y el humor con que lo has aderezado, y las imágenes y todo Paloma, todo.
Un beso tocaya.
Qué bonito sería un mundo en que las letras formaran parte del menú de todos los días. Por cierto, son más sabrosas las letras de papel que las de cristal, que lo tenga en cuenta esa loca bajita.
Paloma, en la primera lectura todo transcurre bien hasta que llego al final y me digo, algo me he perdido. Vuelvo a releer y solo interpreto que la protagonista se comía las páginas. Será eso, que era una lectora voraz. En fin, divertido.
Más que comer páginas, lamía las palabras. Por eso Guerra y Paz aparece con su salivilla. Cosas de críos, je,je.
¡Un rico recorrido de posibilidades! Y creía que servían para leer… Qué bueno el final «literal»: le gustaban las letras, las lamía.
Me gusta que me sorprendan, y tu protagonista sorprende al llamar a las cosas por su nombre 🙂
Un abrazo, Paloma.
Je, je, qué simpático ese ‘gusto’ (literal) por las letras. No podrá decirse que ponía todo el sentido en la lectura… je.
Magníficos hallazgos en el título; en la ‘verdad’ de que, de tres, ninguna de las pequeñas guste de la lectura; la mantis entre las páginas… y Lovecraft, no puedo evitarlo, de nota.
Gracias por hacernos sonreír.
Entrañable y divertido, Paloma. Me gusta mucho el tono del relato, ¡tan normal! y los distintos usos que cada hermano le da a los libros para llegar al final tan ¡sorprendente!
Mucha suerte
Besitos
Divertido el uso que haces de la «literal», nos has brindado un final sorprendente y original. aparte de eso, la historia está muy bien construida, parte de un amor despechado y nos narra los diferentes usos que le dieron a los recuerdos de amor esos diablillos de hermanos pequeños.
Te deseo suerte este mes, Paloma. Un abrazo
Gracias a todos por vuestros comentarios. No contesto uno a uno porque soy un poco limitada para expresarme en este tipo de cosas y, en lugar de repetirme, prefiero mandaros a todos los que os molestáis generosamente en dejar unas palabras, mi agradecimiento.