20. LOS COCHES DE ANTES
Mi suegra tenía permiso de conducir y soñaba con coches deportivos, pero nunca se puso al volante de ninguno, porque prefería el ferrocarril. Le firmó los papeles, como era costumbre en esos años, un empleado de la Escuela de Ingenieros de Caminos, aunque jamás se examinó ni de una prueba teórica, ni de nada. Eso sí, llegó a la oficina con una bufanda roja al cuello y un gorro de piloto con gafas y todo.
Al llegar a casa con su carnet, tampoco le comentó semejante logro a su familia, que, como ella, viajaba en tren. Dejó en una carpeta el cartoncillo rosa con su foto, y en un armario el disfraz de heroína de las cuatro ruedas.
Muchos años más tarde, cuando ya había que bajarla en su silla al paseo, ella seguía embobada por el ir y venir de los bólidos, y cuanto más brillantes y ruidosos, ella más trémula y fatigada.
El día en que vaciamos sus cajones, apareció el documento con la foto y aquel atuendo tan sofisticado. Tenía por entonces mi edad actual. Yo nunca la conocí tan joven. Creo que ella a mí nunca llegó a conocerme.
Esa abuela es un personaje peculiar y entrañable, como también sabia, pues es feliz con muy poco. Ama los coches y su parafernalia, pero prefiere el tren, que según las estadísticas es más seguro, además de ecológico. Todos tenemos tenemos derecho a sueños íntimos y a pequeños secretos. No todo el mundo ha nacido para ser piloto, ni para ser un gran pintor, por ejemplo, pero eso no quita que a cualquiera le pueda apasionar el automovilismo y la pintura.
Siempre original, JM
Un abrazo y suerte
Muchas gracias, amigo Ángel. Contigo da gusto escribir.
Un abrazo
JM
Una suegra que le puede caer bien hasta a una nuera… me gusta el tono de tu texto. ¡Enhorabuena!
Si supieras que es casi biográfico…
Un abrazo
JM
A veces no nos conocemos ni a nosotros mismos… efectivamente, esa suegra caería bien a cualquier nuera, cuando la redescubriera, claro 🙂
Enhorabuena y suerte.