LOS MICROCUENTISTAS, de Paloma Casado
Ella comenzó a escribir cuando se quedó sola. Él, siempre había sentido ese afán de fabular. Sus viejos cuadernos del colegio, combinaron dibujos de ovnis con problemas de matemáticas, soldados medievales con sujetos y predicados.
Se encontraron en la red. Comenzaron a frecuentar los mismos espacios que recogen pequeñas historias, y entre otros tantos cuentistas, permanecían emboscados en sus alias: ella era Galadriel, la dama blanca de los elfos. Él, Sigfrido, el héroe de los Nibelungos.
Se leían. Disfrutaban cada uno con los cuentos del otro, en el remanso placentero de su intimidad. Se perseguían por los blogs con los que colaboraban.
Quedaron finalistas en un concurso de microrelatos y allí, en el local del Ayuntamiento en donde se celebraba la lectura y entrega de premios, pusieron rostro a su mutuo reconocimiento. Los flases del fotógrafo del periódico local, recogieron el abrazo de los ganadores para consumo, junto al café de la mañana, de los lectores de las páginas culturales.
Ella pensó cuando leía la noticia al día siguiente, que la foto no hacía justicia a su hijo, que no había sabido recoger esa sonrisa que iluminaba su rostro. La misma de cuando era niño.
Relato de la quedada «Cita a ciegas» en Santander
este pertenece a Lavin Redondo
de Ginette?… como maneja tan bien la atmósfera de hadas y medievos…
Muy bien narrado, como no podía ser menos para un o una cuentista de cuentistas.
Y al final, la sorpresa, donde no todo lo que parece es. Me gustó, por la historia, el vocabulario, y el engaño. Felicidades.
Esa habilidad que dominas, Paloma, de juntar ovnis con problemas de matemáticas y sujetos y predicados es lo que me fascina. Nos vemos pronto.
Un abrazo.