95. Madre
Sesos, su plato favorito, con esa grasita tan sabrosa que le hace relamerse…
Desde lo de la encefalopatía espongiforme había que extremar las precauciones con respecto a la comida. La posibilidad de enfermar le provocaba terror, pero su madre se los preparaba revueltos con huevos todos los lunes sin falta. Como un mantra alineaba los zapatos, ordenaba las camisas por colores, colocaba los guisantes en el lado derecho del plato, doblaba la servilleta geométricamente…
Ella lo castigaba por su bien. Tenía que enderezar la herencia recibida de su padre, un holgazán sucio y desordenado, según decía.
Nunca pensó que pudiera necesitar a nadie más y tampoco que ella pudiera morirse y dejar de hablar. Ya no movía sus labios para decir cosas, ni le encerraba en el sótano con llave cuando se ensuciaba. Intentó hacer las mismas cosas, aunque ya no encontraba calma en ello. El día que descubrió una mancha en la pernera descosida del pantalón se dio cuenta de que algo no iba bien.
Por suerte ha recuperado las buenas costumbres. Hoy es lunes y prepara su comida, nunca ha estado más cerca de madre…
Sospecho que aquí nos dejas un auténtico Hannibal Lecter en toda regla.
Me gustó. Suerte.
Ton.
Cari, este final da mucho juego. Suerte y saludos
De una madre tan extraña sólo podía salir un engendro. No se sabe cuál de los dos personajes es más monstruoso; hay un tercero, al que se alude, el padre, del que no se dice mucho, pero al que se le sospecha con méritos para completar el trío.
Suerte y un saludo
Gracias, Ton! Los monstruos se hacen, no nacen.
Un placer que te guste.
Saludos de CAri
Gracias Calamanda!
Me gusta que te guste mi final, pretendía provocar cosas….
Un saludo y suerte a tí tambien!
Cari
Hola Ängel!
Gracias por pasarte, es cierto que cada familia tiene su contexto, ya lo decía Ortega: «Yo soy yo y mis circunstancias…»
Este pobre muchacho no cree hacer nada «raro», nada que su madre no hubiera hecho por él.
Saludos
Cari
Lhambre aprieta. Pues que le aproveche. Mucha suerte.
Besísimos.
Personalmente odio los sesos. Quizás eso me ha hecho situarme en una posición hostil frente al relato, que poco a poco me ha ido erizando los pelos, hasta intuir un crimen muy «grasoso».
Saludos.
Gracias Barlon!
Comida es al fin y al cabo…
Solo hay que ignorar un par de tabúes ancestrales y eternos y solucionado, jajaja!
Gracias, María Jesús por pasarte!
Yo tambien odio los sesos, era lo mas guarro que se me ocurrió!
Saludos
Un relato muy curioso y organizado, donde me llama la atención que, al final, no sabes quién es más monstruo. Suerte, Cari.
Una de monstruos lo mires por dónde lo mires. Es que no se salva ninguno de la familia. Mucha suerte 🙂