6. Manantial
Dibújame la piel, me dijo.
¿Qué quieres?.
Un manantial.
Desnuda, tumbada, serena, esperó a que preparara pincel y acuarelas.
El delicado trazo azul comenzó en sus labios.
Bajó sinuoso por su cuello.
Llegó rebosante de agua traviesa a sus pechos, bordeando ambos pezones.
Continuó por el vientre, haciendo un requiebro en el ombligo.
Respiraba entrecortadamente.
La suave punta del pincel, húmedo, se aproximó al triángulo donde todo nace.
Se retorcía.
Bajó por el muslo derecho.
Rodilla.
Pantorrilla.
Al llegar al empeine emitió un gemido largo y profundo.
Cuando el pincel acarició la planta de su pie, estalló.
Bañada en sudor, el manantial se había transformado en incontenible cascada.
Una amalgama de todas las tonalidades posibles de azules inundaba por entero su cuerpo.
Varios espasmos hacían temblar las diversas cataratas.
Me miró con ojos extasiados.
Únicamente pudo susurrar:
“Manantial”.
Pablo, tu historia, sensual desde el comienzo, va atrapando como el pincel; acerca a la piel y la hace palpable bajo esa original caricia. Suerte y saludos
Ohhh!!!
Sensual y erótico cien por cien.
Precioso y exquisito relato.
Saludos.
Se siente el agua, resbalando como el pincel…
colorido, sonoro, preciso, precioso.
Un saludo.
Precioso, Pablo. Lo vives letra por letra, palabra por palabra. Hasta se eriza la piel.
Besitos.