137.Mantra religioso
No pueden evitar asomarse en cuanto salimos a pasear por el bosque, curiosos y anhelantes, pero enseguida echan a correr como conejos, como si no estuvieran deseando saborear la canela de nuestra piel. Siempre logramos cazar una docena: no solo los que no corren demasiado, también el hombretón babeante ante nuestros pechos desnudos, incluso algún osado Apolo cuyos ojos nos dicen que pretende disfrutar de nosotras y luego escapar. Por la noche comemos y bebemos, la música de los tambores nos incita a un salvaje placer y los hombres responden bajo nuestros cuerpos olvidándose en ese momento infinito de su destino. Los acariciamos, los besamos, los poseemos con la delicadeza de las hadas y con los zarpazos de las panteras; las pócimas y los ungüentos hábilmente aplicados consiguen encender de nuevo su deseo y recuperar su potencia sexual para que sigamos amándolos durante toda la noche. Y una vez abandonados, exprimidos y exhaustos, en ese paréntesis de la vida que queda suspendido en el aire y se confunde con la muerte más dulce, la mano de las sacerdotisas ejerce su poder sagrado, y los despojan de su último aliento con un beso y una daga que les roba el corazón.
Es un relato sensual e inquietante,con su buen punto de misterio. Saludos y Suerte purificación.
Gracias Bluess, me alegro que te gustara
Puri, has contado con minuciosidad las locuras de esos encuentros; y su inevitable final. Suerte y saludos
Gracias, Calamanda, sí el final era inevitable
Me gusta mucho como lo has contado. Viendo cómo iba todo no me esperaba un final feliz pero entiendo que no podía ser de otra manera. Mucha suerte 🙂
Gracias, Juan Antonio, era difícil un final feliz aquí, es cierto, el destino de esos hombres estaba echado.
A mí me ha gustado mucho el contraste entre la dulzura de cómo lo cuentas y lo que estás contando.
¡Suerte!
Patricia, gracias por esa apreciación un abrazo
Y después los plantas en un jardín de helechos… jajaja.
Fantástica la inspiración de este «viernes».
Ya veo que se va a cerrar el mes igual que empezó: Caliente, caliente…
Abrazos.
Viernes inspirativos, Virtudes, la imagen me evocó a los conejos-hombre asomándose y luego huyendo, jeje
Pobres hombres, al final vamos a tener que ir a su rescate, tan cumplidores que parecen, estás segura de que no indultan a ninguno?
Ya sin bromas, un relato muy ajustado al tema del mes.
Besos
Asun, no sé si estas mujeres quieren poner un hombre en su vida 😉 deben estar mejor así…
Y así somos, je je.
Besos Puri.
¿Así sois y así somos? 😉 Uy, espero que no!
Besos Miguel