MAR119. UN DÍA DE TANTOS, de Antonio Toribios
Salgo de casa temprano; un técnico repara la cámara de vigilancia del portal. Me paro en el primer semáforo y mi cara somnolienta inicia un viaje que termina en no sé qué central de datos. Llego al trabajo, paso el arco, introduzco mis huellas dactilares, abro mi ordenador e inicio la videoconferencia de los lunes. Salgo a comer y dejo mi impronta en la cámara del cajero que me pilla de camino. Por la tarde chateo con los amigos y enseño a mi madre por Skype la blusa que me he comprado en las rebajas. Luego voy con Luis al centro comercial, donde decenas de cámaras nos observan curiosas al pasar. Entramos al cine y vemos una peli de un vigilante loco que espía las intimidades de todo un rascacielos. Ya en casa, tras la cena, encendemos la tele y aparece uno de esos programas donde la gente mete al periodista en casa y muestra con desparpajo sus miserias cotidianas. “No aguanto más” –le grito a Luis, fuera de mí. Y él coge el móvil y se pone a grabarme en plena crisis, para que el psicólogo, al otro lado, determine la gravedad del episodio.
Anmtonio, perfectamente puede ocurir esto dentro de nada. Lo mejor es que el psicólogo está al otro lado. Buena asistencia sanitaria. Suerte y saludos.
Asfixiante y divertido.Me ha gustado.
Enhorabuena. Suerte.
Sergi Camabrils
Antonio, aquí ando vigilando lo que escribes. Por eso se que me gusta.
Un abrazo psicológico.
Leyendo tu excelente relato me he preguntado si, en una vida así, tan vigilada y controlada, existirán palabras como inquietud, inspiración, apetencia, capricho, voluntad… Bueno, bueno, aún no nos ha devorado esa rutina, así que aprovechemos que no estamos huérfanos de libertad. Un abrazo y enhorabuena.
Tenía ganas de volver a leerte desde aquella caja mágica de diciembre. Y no me has defraudado. Estupendo, Antonio, de lo que más me ha gustado este mes.
Bueno, muchas gracias a los cinco. Para mí es un reto plantarme frente a la hoja en blanco, con el tema mensual en la mente. Cuesta, casi siempre, que se encienda la bombilla, pero bueno ahí estamos…
Esto es como la oca, pero con cámaras. Muy bien llevado y dentro del presente-futuro.
Felicidades y suerte.
El ambiente del relato es asfixiante con tanta cámara, y desde luego el final es perfecto para tal fin.
Un abrazo.
Gracias Antonia. Lo de la oca no se me había ocurrido, pero viene muy a cuento (nunca mejor dicho).
Susana, gracias; si el final es bueno es que la cosa marcha.
Hola Antonio.
Felicidades por la selección. Impecable y muy bueno/ acertado lo de no situarlo en el 2084 exactamente, porque ahora también sucede. Saludos.
Felicidades Antonio por la selección. Es un micro atemporal porque como dice Pablo, ahora también podría aplicarse. Es un tono in crescendo su redacción. De la casi aburrida y monótona descripción de un día cualquiera de una persona anónima se pasa de repente a la acción para destapar un final sorprendente.
Gracias, Pablo y Ricardo.