MAR120. ABUELO VIRUELAS, de Oscar Rodríguez
Me he preparado concienzudamente. Las que se celebraron en el noventa y dos me sorprendieron demasiado inmaduro y a las que se organizaron en años posteriores no acudí, bien por mi dificultad para los idiomas, el miedo a volar o la aparición paulatina en parte de mi cuerpo de una incipiente y oronda barriga. Por ello, anima sobremanera que te digan aquello de que estas hecho un chaval o que por ti no pasan los años. Piropos que hacen que, a uno, poco acostumbrado a recibirlos, se le ruboricen las mejillas. La hermana Angustias se encarga de la planificación diaria y junto a Luisa, la cocinera, de mi alimentación. Serafín, el portero, hace las veces de utillero, proporcionándome todos los elementos necesarios para mi preparación. Los demás compañeros observan sentados al sol del mediodía. Siempre se halla alguna voz que se alza disconforme y quien me toma por un viejo chiflado. Son recios a creer lo que se comenta por los pasillos de la residencia; llegado el año 2084 se celebraran, de nuevo, los juegos olímpicos en España y por supuesto, pienso participar. Lo que no me queda claro es donde esconderé la maldita silla de ruedas.
Ana, muchas gracias por tu opinión, sumamente valiosa.