MAR164. RESIDENCIA DE ESCRITORES, de Rubén Rojas
Querido papá:
Aquí pasan lentas las horas. No sabes cuánto. Nos despiertan siempre al amanecer y nos traen un desayuno sintético con los nutrientes justos. Obedecemos, comemos, devolvemos la bandeja. (Sector 44: 22 varones, 27 mujeres…). A medio día el sol entra por la ventana exterior. Es casi un momento de felicidad, si no fuera porque no nos está permitido distraernos. Nos vigilan. Cuidan de que escribamos todas las horas de luz. Si paramos nos señalan y los compañeros de las celdas adyacentes golpean las mesas. (Sector 45: 13 varones, 11 mujeres…). Necesitan que escribamos. Nuestra función aquí es recrear la vida del Estado. Las normas no nos permiten emplear la primera persona; tampoco recrear nuestro pasado —aquí nadie tiene una historia—. Solo existimos para la vida comunitaria. (Sector 46: 15 varones, 6 mujeres…). Debería decir que os echo de menos, pero no recuerdo por qué. Estáis en mi pasado, pero no puedo alcanzaros, ni viviros de nuevo. Ahora tengo que golpear mi mesa porque alguien ha infringido las normas. Está atardeciendo, la oscuridad nos rodea. Aquí nadie escapa a la inercia interminable de los ojos y los soles.
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Pues porque está fuera de concurso…
Despierta una extraña ternura, tan extraña como el lugar donde ocurre. Una pena que no concurse. un saludo
A mí me ha producido inquietud y tristeza, pero me ha gustado Rubén.
Besicos muchos.
Fuera de concurso ¿no has llegado a tiempo, Rubén? ¡esa puntualidad!
Describes bien la filosofía del «pensamiento único» que El Gran Hermano inculcaba a base de torturas y lavados de cerebro, en ese paralelismo a semejanza de las residencias que desgraciadamente alienados por la vejez, también a los ancianos se les eterniza el tiempo, se les desvanece el pasado….
A mi me gusta.
Recibe mis saludos.
¡Qué tal! Efectivamente, llegué tarde, pero me dio pena, y a JAMS, dejarlo fuera. Gracias a todos por leerme; pensé que apenas se vería porque ha quedado enterrado con los cuentos de abril.
La incursión de los números (sector, varones…) es azarosa la cifra en sí. Con los paréntesis quería explicitar intervenciones de la megafonía del lugar anunciando estadísticas constantes (como en la película de 1984). En este caso, sobre el número de escritores/as recluidos, lo que daría profundidad espacial y mayor trascendencia a la preocupación del narrador.
La contradicción papa y «os» pretende llenar ese vacío familiar que no existe. También podría haber puesto mamá, pero aquí debo reconocerme influenciado por la carta de Kafka a su padre. Lo que en ella se cuenta, la falta de comunicación y de entendimiento padre-hijo es lo que aquí vagamente merodea, al menos en mi inspiración para este cuento. Y además la función del escritor en la escritura de Kafka (qué añadir). Por último, también tiene mucho de inspiración en Kafka el estilo sobrio, casi mecánico, la melancolía, la desesperación reprimida y la resignación del personaje. En fin, no sé si he aclarado dudas, pero aquí va mi visión. Un abrazo a todos.
Deduzco y espero que en Agosto te fluirá con gusto y llegues a tiempo. Gracia spor la explicación de los números, me despistaban un poco y no sabía si había que hacer cuentas con ellos para que dieran la cifra mágica. Un abrazo
Gracias, Eva. No soy muy partidario del rollo friki de los números y las cábalas. Desconfío de quien introduce números con sentidos ocultos más allá de la simbología tradicional de las cifras, que sí suelen ser muy útiles para la literatura.
Me ha gustado esa manera de tratar el futuro, formalmente hablando, porque mira que suele aburrirme este tema como si ya lo hubiera vivido mil veces… tiene tu inconfundible sello de habilidad,esa capacidad de aderezar rendijas.
¿»Aderezar rendijas»? ¡Qué grande eres!
Ruben, el futuro y sus incertidumbres han desfilado ante nuestros ojos. Con la ilusión y la magia de los caballeros de Abril, intentaremos cambiarlo. Saludos.
«Incertidumbre», lo has captado bien. Gracias, Calamanda. Este mes prometo no dormirme y entregar el relato a tiempo.
Efectivamente el relato describe muy bien la resignación, y también un cierto colaboracionismo (son ellos los que golpean sus propias mesas)de los escritores presos, y el ritmo de la narración nos hace sentir esa especie de «aburrimiento vital» o falta de perspectiva.
La frase final es muy buena pero me parece que no le cuadra al narrador protagonista,por ser demasiado lírica.
Bueno, claro, esa frase es lírica, un ligero escape. Sobriedad para la descripción de lo que allí ocurre, parquedad para el tratamiento de las emociones, y tras el desahogo de ponerlo en palabras, una breve licencia de escritor (recluido, pero escritor), una sutil visión de futuro… Lo que permite la confesión.
Me quedo con la sensación tremenda de derrota y resignación que tan bien transmite este micro. Desde luego se acerca y mucho, a la consigna de este mes.
Besitos
Del mes pasado, en realidad, Elysa. De hecho, me quedé fuera por poco. Gracias por tu tiempo y tus palabras. Besos.
Rubén un honor tenerte aquí. Un.excelente micro y un placer leerte. Es una pena que estes fuera de concurso pero como veras leemos todos. Nos gusta aprender de los buenos.Abrazos.
Gracias por tus palabras, Rosa. Todo un halago para un aprendiz como yo.
Acabo de descubrirte y me encanta cómo y lo que dices. Es un honor leerte. Voy a fisgar por ahí..
Un saludo
Gracias, Rosy, y eso que no has oído mi pronunciación gaditana…
Eres bienvenida a mis entretelas.
Me quedo con el relato en sí. Su tristeza, vaciedad y fatalismo. Muy bien captado el sentido de 1984 y, por tanto, de 2084. Me ha gustado.
Lástima que las excesivas explicaciones que aquí piden y que no queda más remedio que dar hagan perder efecto al micro. Por eso, intentaré no leerlas la próxima vez que es lo que normalmente hago.
Un saludo.
Hola, Ricardo. Coincido en lo de las explicaciones, sobre todo si son de sentido e intenciones, pero no quería ser irrespetuoso. Para la próxima, retardaré mi intervención (como autor) para dar tiempo a los lectores y que no se pierda el efecto.
Gracias por tu tiempo y por tus palabras. Y me alegro de que te gustara; lo normal es que esas sensaciones que captaste no dejen buen sabor. Sé que no es un relato amable. Saludos.