MAR43. HERENCIA, de Luisa Hurtado González
Al llegar a casa, la había descubierto haciendo precipitadamente las maletas. Y minutos después, sin aún poder creérselo, oía un portazo.
Ahora vagaba por el que había sido su apartamento, buscando respuestas, haciendo conjeturas, perdido. No habían discutido, estaba seguro de que no había terceras personas, no recordaba un comentario hiriente o un mal gesto. Sabía que, hasta el último instante, habían sido felices; y, sin embargo, ella se había ido, ¿por qué? Repasó con el mismo celo la casa y sus recuerdos, y lo único que encontró fue un número anotado en el bloc que había junto al teléfono.
Más o menos media hora después de que ella le hubiese abandonado, él se apagó hasta morirse.
Nunca supo la verdad, a seres como él nunca se les decía lo que eran; pero ella había sospechado, había investigado y había encontrado una respuesta: esa cifra tan alta y tan corta, los segundos que le quedaban de vida, y el regusto amargo y metálico de unos besos que quizás no lo habían sido nunca.
Mucho más tarde, alguien quiso que aquel juguete fuese un ser humano de nuevo y volvió a poner el reloj de la vida en marcha; así nació un robot que siempre se creyó hombre, con una extraña afección ocular a causa del óxido.
Creas suspense buscando razones. El lector espera hasta el final y, claro, la sorpresa es el remate de la historia. Redondo.
Un abrazo Luisa
Luisa, todo el cuento respira interés y sensaciones que llevan a ese final inesperado y redondo. Suerte y saludos.
Jope Luisa, he tenido que llegar a ese beso metálico para darme cuenta de quién hablabas.
Me gusta este relato y no sé si es coincidencia, pero el «guiño» de la foto con tu final, es genial. Mis felicitaciones a Jams.
Gracias.
No sé si está tan redondo como yo quería, dude si escribir la palabra robot o esquivarla, creo que me hubiese gustado dar un poco más de importancia a ese óxido, pero… esto es lo que salió.
2084 segundos son algo más de media hora.
Gracias por los comentarios. Buen fin de semana.
Muy rotunda tu historia y muy buen micro. Un abrazo Gloria Arcos