69. MARATÓN CON FINAL FELIZ
En cuanto recibió la orden de Milcíades, Filípides echó a correr a toda velocidad. Tenía que llegar a Atenas cuanto antes. Bajo un sol de justicia, cruzó llanuras, sorteó riachuelos, atravesó bosques, repitiéndose constantemente el mensaje que debía transmitir: «Vencimos». No se concedió un respiro. Incluso bordeó la choza de Las Tebanas sin pararse a ver a su preferida, la Loba, lo cual le costó no poco trabajo, dado que un pequeño retraso ―pensó― no hubiera alterado una pizca el contenido del mensaje (la batalla había sido ganada). Pero no. Durante horas, corrió sin descanso. Exhausto, entró tambaleándose en Atenas. Las mujeres en la calle dejaron sus quehaceres para ver qué pasaba. Cuando por fin iba a detenerse y hablar, un perro abandonado se abalanzó sobre él derribándolo, con tan mala fortuna que al caer dio con una piedra y se desnucó.
Las atenienses se enteraron de la victoria al día siguiente, cuando regresó el grueso del ejército. Y, a posteriori, decidieron retocar la historia de Filípides, procurándole un final más heroico, que era lo que en el fondo les gustaba a los griegos. Nunca más se supo del perro.
Vaya, qué sorpresa. No sé si fue así, pero podría haber ocurrido de tal modo. Si mito significa mentira, entonces todo es ficción y vanidad. Muy curioso.
Un saludo
JM
Pues casi que sí: vanitas vanitatum, omnia vanitas. Un saludo.
Si la historia la hubiera contado el perro tendría otro punto de vista, como siempre.
Buen micro.
Jeje, ahí has estado muy aguda, Mª Carmen. Falta por escribirse la Historia de la Humanidad desde el punto de vista del perro, ahí lo dejo. Y gracias.
Este es un microrrelato que haría las delicias en un aula, sobre todo, en una clase de Cultura Clásica.
Gracias. Posiblemente sí, aunque cada vez quedan menos. Todo sea por participar.
Siempre tan amable. Gracias.
Una nueva versión para la historia del mensajero. Como dicen mis compañeros, el perro sería un buen testigo de lo que realmente pasó, pero como bien dices tu, del perro ni rastro, por algo sería…
Divertido relato. un abrazo Alfonso.
Seguro que aparecerán más versiones con el tiempo, todo es ponerse. Otro abrazo para ti y gracias por tu cordialidad.
Pues me ha encantado de primeras el título y luego, claro, el final feliz sólo lo recuerda la posteridad. Buen giro.
Gracias, Isabel. Me encanta que te encante.
Me gustan especialmente las «verdaderas historias acerca de…». Me parecen un derroche de imaginación. Nunca más podré enfrentarme a ese clásico sin recordar tu relato. Ese tono solemne al recordarlo es a todo lo que ha podido aspirar ese pobre chucho. Mucha suerte 🙂
Jajajajaja Alfonso muy divertido, estos mitos, si es que uno no puede creerse ya nada, nio siquiera a los clásicos.
Me gusta tu Filípides desestructurado jaja.
Abrazos y suerte