134. MARIA Y EL MAR
Le dije adiós al pasar por delante de su casa. Levante bien la mano, pero ella esta absorta mirando al horizonte, como hipnotizada por ese mar bravío cuyas olas pasaban del azul al blanco formando espuma en su caída.
María ya no es como antes, yo no sé bien que pensar… La miro doblada en su balcón, con los pies ligeramente hacia atrás y los brazos apoyados en la barandilla ¡qué hermosa! Pero que ausente.
Sé que la gente la miran y se ríen, dicen que por pena, yo pienso que por envidia. Cuando se ha llorado mucho, el mundo se ve con un brillo especial, es como si el aire se llevara todo lo negro y dejará un halo de brillo y misterio. Así es ella.
Cae la tarde, la luna refleja en el mar su gran círculo escarlata, la fresca brisa hace su primera aparición, yo retomo mi paseo e intento no pensar en el balanceo de las olas y el silbido de ese mar que transporta y separa de mí a María.
Me ha parecido muy poético tu relato. Suerte.
Besicos muchos.
Besicos muchos.