117. MÁS ALLÁ (M.Carme Marí)
Ella era la primera que se atrevía a navegar en solitario por aquel océano. Siempre había sido una aventurera. No le gustaba oir que había cosas que no podía hacer por ser quien era, así que muchas veces se saltaba las convenciones establecidas por su entorno y se marcaba metas que otros veían inalcanzables.
Decidida como estaba, partió. Todo parecía ir bien, su nave se mantenía estable y seguía el rumbo fijado. Ella permanecía alerta, atenta a cualquier cambio. Con cierta preocupación detectó unas oscilaciones en la superficie del agua. De golpe se desató una terrible tormenta que casi hizo volcar su embarcación. Se aferró con todas sus fuerzas a ella y aguantó como pudo.
Finalmente el niño dejó de chapotear en el gigantesco charco que cubría el gran patio trasero de la casa. Entonces, la intrépida hormiga sobre su hoja consiguió llegar sana y salva al otro extremo junto a la valla, dejando atónitas a sus compañeras de hormiguero al explicarlo a su vuelta días después cuando, una vez salió el sol, se secó el improvisado oceáno.
En un espacio reducido puede estar contenido todo un mundo. Un charco susceptible de secarse puede ser un océano según la perspectiva desde la que se mire. Las grandes hazañas no son incompatibles con los personajes de talla recogida. Una lectura muy amena, que podría ponerse como ejemplo de buen texto educativo, transmisor de valores.
Un abrazo y suerte, Carme
Es tan importante la perspectiva desde la que cada uno miramos el mundo…
Por ello, las hazañas pueden serlo o no según ese mirada. ¿Qué representa cruzar la calle y comprar el pan? Normalmente nada, pero si eres un niño de 8 años y es la primera vez que vas solo? Eso sin contar con alguien que no ha podido andar en mucho tiempo y por fin puede hacerlo.
Se hace difícil valorar los actos de los demás por su valor para ellos, no para nosotros.
Gracias Ángel por tu comentario. Un beso.
Desde nuestro habitual antropocentrismo todas estas historias no solo nos pasan desapercibidas sino que nos encargamos de convertirlas de manera a veces voluntaria en grandes catástrofes. Afortunadamente para tu intrépida protagonista esta vez el final ha sido feliz.
Muy bello relato, M. Carme.
Un abrazo.
Gracias Enrique por tu comentario.
No sólo nos pasan desapercibidas historias del reino animal, también valoramos poco la de algunas personas que tienen que esforzarse mucho para pequeños logros, que pueden parecerse a «cruzar un charco» para nosotros.
Y si se puede, le damos un final feliz 🙂
Un beso.
Hola, Carme.
Un micro que muestra la relatividad de las cosas. Lo que para unos es un océano, para otros son aguas chapoteadas. Esta especie de moraleja habría que aplicarla a la vida cotidiana y seguro que saldríamos reforzados.
¡Qué idea tan chula! Me ha gustado mucho esa protagonista aventurera que te has sacado de la manga.
Besazos y suertísima.
Ya lo dices bien, si nos aplicáramos la moraleja a la vida cotidiana, valoraríamos algunas situaciones difíciles para otros.
Muchas gracias Towanda, me alegro de que te guste.
Un fuerte abrazo y un beso.
– Y felicidades por ser la más votada en los abogados!
M.Carme, precioso cuento envuelto en metaforas, amigas de lo cotidiano y lo extraordinario. Suerte y saludos
Cuánta razón tienes mezclando lo cotidiano y lo extraordinario. Sólo con nuestras apreciaciones podemos convertir lo uno en lo otro.
Encantada de que te guste.
Un abrazo.
La idea era empezar alabando (en la cabeza del lector, mientras lee) las acciones de una mujer en solitario, que ya cuesta que se haga en la sociedad. Pero luego, resulta que es una hormiga! Al final se trata de alabar todos los esfuerzos.
– Leo que tú alabas el mío al escribir este relato, cosa que agradezco y celebro, jeje 😉
Un fuerte abrazo Juan, y buen verano también para ti