Más sobre la brevedad. El dinosaurio
¿Doscientas palabras, una página, una cuartilla? Parece que no nos ponemos de acuerdo sobre cuánto tiene que medir un microrrelato. Lo que sí que está claro es que ha de ser breve. Sin embargo, la brevedad no está reñida con el hecho de que contenga una (o dos) historia(s).
No es algo nuevo. Ricardo Piglia lo explica en su «Tesis sobre el cuento». Todos los relatos contienen dos historias: una visible en la superficie y otra oculta en las profundidades. En los microrrelatos es mucho más complicado: si apenas tienes espacio para escribir una historia, mucho menos lo tienes para tejer otra por debajo. Sin embargo, muchos lo consiguen.
El truco está en sugerir y saber callar a tiempo. Tienes que dejar que el lector construya, con las piezas que le vas dando (es decir, con la historia de la superficie), la segunda historia, la que no se ve.
Lo dejó escrito Chéjov en sus cuadernos de notas. «Un hombre en Montecarlo, va al casino, gana un millón, vuelve a casa, se suicida». ¿Por qué? ¿Qué hay en casa tan terrible para volver con un millón y suicidarte? Parece fácil. Ya lo dice la canción. Tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor. ¿Por qué te quitas la vida (salud), si tienes dinero?
Muchos microrrelatos de escritores primerizos utilizan la fórmula de planteamiento/nudo/desenlace. Pero como si en lugar de escribir un microrrelato, escribieran un silogismo aristotélico: premisa mayor, premisa menor, ergo conclusión.
Por ejemplo: un hombre tiene novia (planteamiento), la novia le deja (nudo), el hombre se suicida (desenlace). Esta historia es previsible porque refleja una serie de acontecimientos totalmente lógicos.
Volvamos al esbozo de la historia de Chéjov: un hombre va al casino (planteamiento), gana mucho dinero (nudo), se suicida (desenlace). Como podéis ver se rompe la cadena lógica. No es normal que alguien en un golpe de suerte gane mucho dinero y se suicide, a menos que exista algún otro motivo oculto. Es ahí donde reside la esencia del microrrelato: en esa historia que no se cuenta pero se insinúa.
Otra forma de evitar que los microrrelatos se conviertan en silogismos es prescindir de uno de los tres elementos de la ficción. Se puede eliminar el desenlace o esbozarlo para que el lector se quede reflexionando.
Pensemos en el célebre microrrelato de Augusto Monterroso.
EL DINOSAURIO
«Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí».
Un hombre despierta. El dinosaurio todavía está ahí.
Bueno, ¿qué significa esto? ¿Dónde está el planteamiento? ¿Qué ocurrió antes de que despertara? ¿Un sueño? Ahí de nuevo encontramos la historia oculta de la que habla Piglia. Como dice Andrés Neuman: «Contar un cuento es saber guardar un secreto».
Siete palabras. Ni una más ni una menos. No se trata de un relato sobre dinosaurios, no hace referencia a un hombre con tendencia a dormir mucho, simplemente es un relato inquietante. ¿Consigue un cierto efecto de desasosiego en el lector? Desde luego que sí.
Pero si lo que pretendía Monterroso era inquietar, no le bastaba con añadir un dinosaurio sin más, porque un dinosaurio de por sí ya no inquieta a nadie. Hoy en día es una figura hasta entrañable. Para inquietar había que añadir otro personaje. Un personaje del que no sabemos nada, que desconocemos qué hace dormido, de quien ignoramos cuándo despierta, pero que finalizado el sueño se encuentra con un dinosaurio. Hasta ahí el resultado es de cierta perplejidad.
¿Dónde está entonces la inquietud? En el adverbio. El relato es un prodigio porque incluye la palabra todavía. Vamos a quitarla: «Cuando despertó, el dinosaurio estaba allí». En cierto modo es interesante también, pero… ¿nos inquietaría? No demasiado, quizás sí nos preguntaríamos más cuestiones, querríamos saber más… Pero con el adverbio todo cambia. Ahora olvidemos la literalidad y vayamos al símbolo. ¿En cuantas ocasiones, al despertar, nuestros dinosaurios todavía estaban allí, detrás de nuestros sueños?
Lo omitido, lo sugerido, el simbolismo… Todo se encuentra con maestría en estas siete palabras. Sirva pues como primer ejemplo de lo que puede dar de sí este género.
Sin duda, el dinosaurio de Monterroso es uno de los textos más estudiados, citados, glosados y parodiados en la historia de la palabra escrita, a pesar de tener solamente una extensión de siete palabras. También ha sido traducido a varios idiomas. Este texto ha suscitado una gran diversidad de aproximaciones durante los últimos años, ya sea como motivo literario o como objeto de estudio, e incluso como asunto de reflexión política. En este sentido, la imagen del dinosaurio ha sido identificada con ese personaje indiferente y calculador que todos conocemos en la vida cotidiana, que vive del tráfico de influencias y que es una herencia de la cultura política más antigua y primitiva.
Como motivo literario, el dinosaurio ha sido objeto de variaciones y ensayos en los que el texto es tomado como referencia inicial para la creación de diversos juegos. Estas variaciones incluyen versiones poéticas, continuaciones del texto, metacuentos y otras variantes a partir del tema propuesto por Monterroso; así como argumentaciones para reconocer textos aún más breves, para adaptar el texto a la ópera o para reconocer su carácter de extrema elipsis.
Pero, ¿cuál es, en síntesis, la razón por la que este texto tiene tal persistencia en la memoria colectiva? Después de leer los trabajos dedicados a su estudio, podríamos señalar diversos elementos literarios de gran interés:
-La elección de un tiempo gramatical impecable, que crea una fuerte tensión narrativa y la naturaleza temporal de casi todo el texto (cuatro de siete palabras).
-Una equilibrada estructura sintáctica (alternando tres adverbios y dos verbos).
-El valor metafórico, subtextual, alegórico, de una especie real pero extinguida (los dinosaurios) y la fuerza evocativa del sueño.
-La ambigüedad semántica. ¿Quién despertó, dónde es allí?
-La pertenencia simultánea al género fantástico (uno de los más imaginativos), al género de terror (uno de los más ancestrales) y al género policiaco (a la manera de una adivinanza).
-La posibilidad de partir de este minitexto para la elaboración de un cuento de extensión convencional (al inicio o al final).
-La presencia de una cadencia casi poética y una estructura gramatical maleable ante cualquier aforismo.
-La posibilidad de ser leído indistintamente como minicuento (convencional y cerrado) o como microrrelato (moderno o posmoderno), con más de una interpretación posible.
-La condensación de varios elementos cinematográficos (elipsis, sueño, terror).
-La riqueza de sus resonancias alegóricas (kafkianas, apocalípticas o políticas).
Estas razones muestran que, sin lugar a dudas, los lectores tenemos aún la posibilidad de realizar múltiples lecturas de «El dinosaurio» y seguir tomándolo como motivo literario y como motivo de estudio, pues ese es el privilegio y en eso consiste la placentera responsabilidad de la lectura literaria.
En resumen: los buenos microrrelatos son de digestión difícil. Nos convierten a todos en rumiantes; los leemos y después de terminarlos seguimos dándoles vueltas y más vueltas.
Esta entrada y su ilustración se la quiero dedicar a JAMS, que posiblemente no la vea porque en un día tan especial como hoy estará ocupadísimo.
Beos grandote, amigo.
Muy interesante esta reflexión sobre lo que debería ser un microrrelato ejemplarizado por el famoso dinosaurio de Monterroso. No es fácil escribir un buen micro, pero gracias a Susana al menos podemos conocer las teorías y deleitarnos aprendiéndolas.
Muy buena entrada Susana. Un análisis exhaustivo.
Una pega: después de ver lo de Monterroso así, ¿quién es el valiente que se atreve a escribir algo?
Magistral, como todas, la lección de hoy de la seño Susana. Respecto al micro de Chéjov y por no romper la lógica del relato, ¿qué tal si nuestro hombre de Montecarlo fuera el mismísimo Rey Midas, recientemente rehabilitado de su manía transformadora? ¡Ah!¡Pues puede tener sentido!
Me voy a poner mi granito de arena en el Twitter como siempre después de recibir otra lección de Susana. Espléndido.
Bueno, aunque sea con retraso, felicidades a JAMS, que al parecer cumplió años.
También felicitarte a ti, Susana, por lo bonito de las presentaciones que haces con el o la dino. Muy creativa y mucho curro. Las velas preciosas. Un abrazo.
Antonia, gracias. Es muy satisfactorio hacer ambas cosas siempre que controle y no se me eche el tiempo encima. En este último caso me atasco y me agobio. Pero disfruto con la tarea.
Ya verás el siguiente dino. Será dina. Dinísima.
Un beso.
Magistral la lección como siempre. Has destripado el micro de Monterroso que es sin duda el origen de mi afición. Un gran abrazo Susana y gracias.
Gracias Esther, Lorenzo (tuit), Rafa (tenemos pendiente un asunto), Reve y Palomita. Si llego aquí y me encuentro cero comments pensaría que nadie lo lee. Gracias por hacerlo y dejar vuestras sensaciones, majos.
¿Pendiente?, ¿de las recetas? Dame pistas.