MAY13. LÁGRIMAS EN EL JARDÍN, de Begoña Heredia
Sabíamos que el atardecer se tornaría naranja de otoño. Que el viento tumbaría las ramas del manzano, pero no que con el paso del invierno, la primavera llegaría este año sin flores.
El patio era una losa yerma. Simulaba el jardín del cuento, el del gigante egoísta, pero aquí no somos de gran tamaño y modestamente nos creemos buenas personas.
No había indicio de la causa de aquel suceso, y con la calma que dan los años, aceptamos lo que vino sin más reproche.
Pero cómo todo en esta vida tiene su por qué, pronto se nos dio, no sólo el motivo si no la solución de aquella inusual primavera.
El último en llegar había sido Basilio, jardinero de profesión. Desde joven cultivaba las rosas del jardín. Ahora, abandonado en él, había perdido el interés por su cuidado y sus noches eran un continuo sollozo.
Y sólo desde el día en el que su nieto apareció y Basilio comenzó a regar la tierra, vimos crecer los tallos de incipientes florecillas.
Una semana después se despidió diciéndonos:
– Me voy a casa de mi nieto a vivir, pero volveré cada mañana a la residencia para ver cómo marchan mis retoños.
Yo, que tengo a mi madre en una residencia, todas las historias sobre ellas me emocionan.
Triste.
Besos y suerte en este mes de mayo.