MAY132. UNA PRINCESA DE CUENTO, de César G. Dublas
El sonido de las páginas al abrirse le irritó más que ninguna otra vez. Ya estaba cansada de miradas fugaces, sonrisas furtivas y demás tonterías lacrimógenas que su empalagoso creador creía necesarias en su historia. Ella era una mujer de acción: las lágrimas, después de caer por alguna ladera rocosa; las miradas y las sonrisas eran para aquel que consiguiera hacerle sentir algo entre las piernas y no para ese amanerado príncipe que le había tocado por condena. Vestía de azul, cómo todos, y sus rubios y sedosos cabellos ondeaban al viento a lomos de su noble corcel, nada que ver con el moreno hombretón de pelo en pecho y mirada lasciva que había dejado en su cama. Pero el lector la esperaba, así que se arreglo el pelo, se bajó el vestido y salió en la búsqueda de su amado príncipe; tenía trabajo que hacer.
César, todo por los lectores; una buena razón, aunque la llevara a vivir una vida paralela. Original tu versión. Suerte y saludos.
Excesiva adjetivación para un texto corto. Me gusta lo que cuentas, pero no lo dejas ver bien con tanta rama alrededor.
Un abrazo.
Metaliteratura de la rica. me gusta.