MAY19. ¿Y MIS FLORES?, de Eva Castro Outeiriño
Mi pasión por las flores era sobradamente conocida, me avivaban sus colores, me embriagaban sus aromas, me conmovían su fragilidad y su extraordinaria belleza… Mis tres hijas recibieron sus nombres fruto de mi debilidad, Margarita, Violeta y Dalia. Mi esposo, Narciso, tuvo su lugar a mi lado en cuanto se me presentó. Invariablemente, dos veces a la semana, acudía a la mejor floristería de la ciudad, allí me perdía entre las fragancias que emanaban de los pétalos de las distintas flores, siempre me costaba elegir un ramo entre tantos igualmente bellos… El día que mi vida tocó a su fin, nada parecía indicarlo, rodeada de amapolas en plena naturaleza se me acercó una abeja, quise alejarla de un manotazo, no sabía que su pequeño aguijón era para mí un arma letal. No me dio tiempo a pedir mi último deseo, y en mi funeral, no hubo flores.
¿Pero por qué no le pusieron flores a esa buena mujer si su pasión era sobraamente conocida? Eso abre un misterio.
¿Pero por qué no le pusieron flores a esa buena mujer si su pasión era sobraamente conocida? Eso abre un misterio.
En este caso dos misterios.:-)
Pero quizás es que si le ponían flores, atraería a las abejas y les picaría a ellos.O tal vez una venganza hacia las flores por atraer abejas.
El relato, pese a todo, es florido, muy florido y está bastante bien.
¿Las flores no dadas y siempre deseadas era una venganza, una fatalidad, es la historia de los desafectos familiares?
Es un relato que deja la intriga para que cada uno proyectemos lo que queramos… pregunto.