MAY33. ¿QUÉ TE PASA, PRINCESA?, de Fernando da Casa de Cantos
Tu triste carita de turrón de azúcar me entristece.
Paseas alegre en mis fantasías, como ninfa púber de mirada infantil.
Pero esa mirada ya no es alegre. Ya no es púber. ¿Infantil? No sé.
Tus caricias alegraron mi espíritu, lo elevaron al cielo, me sentí Dios.
No entiendo qué hiciste con el Diablo, por qué te dejaste engañar.
¿No sabías que te quería? Te quiero, te princesa, te quiero. Te querré.
Tú no me quieres, tú me engañaste, yo te enseñé. Ahora te ensañas.
¿Por qué no me hablas? Ya no puedes ¿No te disculpas? Tú no quieres.
Zorra, más que zorra… Eso te diría otro en mi situación.
Yo te sigo llamando princesa. ¿Qué te pasa, princesa?
Tu sangre llevo en mis manos, tus ojos me miran sin mirar.
Tu corazón ya no late, ya eres mía para siempre.
No necesito que me respondas.
Hijadeputa.
En un espacio mínimo se pasa de un amor incondicional, divino, a un odio equivalente, diabólico. De pura demencia. Enhorabuena,
d.
Gracias por los comentarios. Saludos.
Fernando, tu relato debe de reflejar «muy bien» la mente del maltratador asesino. Es lo que destacaría de tu trabajo, como has transitado de lo amable a lo violento. Hay una frase que me ha gustado y no sé si es fruto de una errata o está hecho adrede, ese «te princesa». Me encanta, el verbo «princesar». Suerte a fin de mes.
Gracias por el comentario, Ximens. Ciertamente, el «te» princesa es una errata, que descubrí nada más enviar el relato. No obstante, tienes razón, el verbo «princesar» es muy sugerente. A veces los errores se transforman en sorpresas, que no siempre salen «rana».