MAY44. EL FIN DE LA PRIMAVERA, Juan Enrique Nebot Garcia
Caí de la nube, con el resto de mis hermanas. Después de pasar por varias capas atmosféricas, por fin divisamos tierra. Me despedí de ellas con un “hasta luego”, todas éramos muy conscientes de que algún día, más pronto o más tarde, nos volveríamos a encontrar allí arriba.
Nada más topar con el suelo, fui absorbida por las raíces de lo que parecía ser una planta. Allí dentro, me volví a encontrar con algunas de mis hermanas que también habían corrido mi misma suerte. Acto seguido me fraccioné en varias partes, y cada una de ellas emprendió un camino diferente. Algunas fueron al tallo, haciéndolo más firme y vigoroso; otras a las hojas, dotándolas de un bonito verde; y otras fueron al “capullo”, para brotar la flor que llevaba dentro. Estas últimas, fueron sin saber que serían desaprovechadas, ya que desde hace unos años, y gracias al cambio climático, ya no hay abejas que polinicen las flores, ni tampoco pájaros que limpien de parásitos a los elefantes, ¡ni tampoco alergia! Ya no hay flores. Ya no hay primavera.
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