MAY54. YA NO HAY PRIMAVERAS, de A. Lorenzo Hernández
Te esperé con la misma ansiedad que en la primera cita. Aquella vez llegaste con una rosa roja jugando entre tus dedos, con un reclamo de futuro juntos saltando entre tus labios y el brillo de tus ojos encendiendo el espacio. Te esperé en aquel banco en el que tantas veces nos sentáramos a contemplar los almendros en flor, que hoy tiritan desnudos. Y llegaron tus pasos aplastando la hierba mientras parecía que tú le pidieras perdón a cada brizna verde, con la mirada clavada en el suelo y andando lentamente, con las manos negadas, dentro de los bolsillos. No hubo ninguna flor jugando entre tus dedos que esta vez no caminaron por mi rostro palpando mi sonrisa y bordeando mi mirada. En el mar de tus ojos huidizos se ahogó todo el futuro. Dos frases. Quizás tres. Luego Rosana se alojó en mi dolor: \»Te llevaste del mundo y de mí todas las primaveras\»
Muy bonito texto, sentimental, muy bien contado.
En muchas vidas, las primaveras no existen…