MAY56. AZABACHE, de María Estévez
Me dice que si no tengo pa comprarme un peine. Qué artilugio puede penetrar sin quedar atrapado en lo alto de mi cabeza. Desde chiquita mamá se afanaba en peinar mi pelo, pero al final se rendía. El encrespamiento era tal, que mis hermanos vaciaban un vaso de agua y actuaba como una capa impermeable. Ni una gota osaba penetrar en ese mundo enmarañado.
El día de Halowen bastaba con una capa; asustaba tanto que los vecinos accedían de inmediato para el intercambio.
Hasta los catorce años no supe que era adoptada. Mamá mi piel cada día está mas oscura. Ella me decía que era porque me empecinaba en coger demasiado sol en la playa.
Él se mofa de mí y cuando está borracho me recuerda lo de la adopción y el orfanato; me habla de mamá con desprecio. Me pone la diadema de brillantes que quedó en un baúl olvidada por los años, de cuando ella fue Miss Universo. Qué le pasa a la princesa que hoy no sonríe. Mientras me lavo para quitarme sus miasmas, pienso que mañana será el día que le de a probar mi poción.
Este relato tiene un contenido que se cae en las conexiones y huecos. Me gusta mucho la idea, María, pero hay que enlazar los párrafos para dar continuidad, que por cierto en el fondo la tiene.
Un abrazo.
Gracias por la crítica.
Un abrazo.
María Estévez.
Recuerdo haber leído uno pero no sabría decir qué temática trataba allá por octubre del año pasado muy bueno (creo que era de terror) Aunque este de mayo sea suave, escribes muy bien, sí que me impactó tu facilidad para el asunto del miedo en octubre. Persevera, que te lo mereces. Ah, y que tengas bonanza. Te lo desea J u a n P é r e z . ¡Buenas Tardes!
Pues muchísimas gracias Juan…
Te haré caso.
María Estévez.