MAY67. PROFECÍA, de Calamanda Nevado
No hubo flores suficientes en la tienda para comprarle, no era capricho… Toda la ternura desprendida de sus lúdicas palabras y sus historias inventadas; valían mucho más. Pensativos, se ausentaron de la floristería. Irían a buscar flores a la tierra alfarera. En ella resucitaba la flor del cerezo en su morada. El almendro y sus rompientes albores. El manzano sin su rojo corazón. El murmullo blanco del rosal; pero crepitaba el silencio. Sintieron que esta callada hermosura, no rezaba con ella; sus cuentos florecían mucha más vida.
Desertaron hacia la campiña. Llegaba un canto a antiguos palomares y nenúfares rotos; vencidos por los juncos y la tarde lluviosa. Abrieron el paraguas. El encaje de sus sonrisas tejió un hilo de esperanza ¡Un viaje en globo! Eso quitaría desazón a su alma, la haría florecer de nuevo, y resucitaría su cuerpo; abortando nuevos regueros.
Cumplirían la gozosa profecía que, le auguró la pitonisa cuando ella rebosaba salud. “Pronto alcanzaras la huella de las ramas, la sierra, la indómita cascada y verás el rostro de la tierra”. Los hermanos regresaron ilusionados hasta su casa. Hacían planes. –Volaremos antes de que anochezca.-
Su madre si volaría, pero sola. Ya era una flor muerta.
Hermosa historia; el que más y el que menos tiene su propia «flor muerta» a la que rememorar. Vaya por ellas.
Como tú, hago mi brindis por ellas. Gracias por tu análisis.