MAY90. NO ERA SÓLO UN RAMO, de María Elejoste Larrucea
Era mi mejor amiga desde el jardín de infancia, siempre unidas, mucho más que una hermana. Llegó el día de su boda: estaba preciosa, feliz. Hacía años habíamos prometido intercambiarnos los ramos de novias. Ella se lo regaló a la prima de su marido que se casaba la siguiente semana.
–Nos lo prometimos- protesté.
–Solo es un ramo, tontorrona… me dijo a modo de excusa. Me dolió, lo entendí y perdone.
Años después yo también me casé.
–Mi ramo de novia será para ti– le dije.
–Yo ya estoy casada, niña, ¡dáselo a otra!
El día de mi boda no hubo flores, no tenía a quién regalárselas. No era sólo un ramo, era una promesa ya mustia.
¡Qué sentida es la promesa que se entrega a aquellos a quien se quiere!, menos mal que en la realidad, se pueden recuperar los cariños sin necesidad de arrancar flores. Está bien escrito y su brevedad, explica sobradamente todo lo necesario para ser bueno. Me gustó.
Gracias Dama de Hierro (curioso apodo).
Promesas: esas pequeñas cosas que nos hacen ser tan grandes, y tan pequeños cuando se nos quedan tan grandes que ya no las cumplimos. Y las flores, tan pequeñitas ellas y significan tanto…