54. ME LO CONTÓ MI MADRE (Beto Monte Ros)
Olvidado en una meseta de la cordillera septentrional, de República Dominicana, está el caserío donde la tía Inés atendía (detrás del mostrador) la pulpería de su padre. Durante las sequías y las malas cosechas los clientes eran escasos; pero sobraba el tiempo para otros menesteres, como el de espantar a las moscas que revoloteaban alrededor de la caja del bacalao. A veces tenía suerte y lograba derribar a algunas, las que recogía y colocaba en hileras dentro de un plato.
Los pocos compradores que entraban, la mayoría no cargaba un chele en el bolsillo, iban para pedir fiao y el negocio familiar podría confrontar problemas, si continuaba apuntando promesas de pago en un cuaderno. Para disuadir a los que pensaban que aquello era un lugar de beneficencia, ella le mostraba el plato con las moscas muertas y ponía como condición que para despacharles los viáticos debían comerse uno de aquellos bichos; pero para su sorpresa y como la crisis en la comarca provocaba hambre en las familias, ninguno decía: —no.
Hermoso y exótico relato el que nos dejas. La buena mujer trataba de cuidar su negocio alejando, con su ingenio, a los moscones que la importunaban pidiendo crédito, pero a los pobres no les importaba ¿perder la dignidad? con tal de llevar algo de comer a sus hijos. Eso no es perder la dignidad, es necesidad. Esto es como lo de Cuentan de un sabio que un día. Me gusta mucho. Suerte y saludos.
Gracias Jesús Garabato por tu amable comentario a este estrambótico relato. Que te haya gustado es un halago.
Saludos.
Las madres siempre son de fiar. Si dicen que en tiempo de penuria la gente se comía sin reparo las moscas, es que lo hacían. Ya confirmarás si tiene algo de biográfico.
Un abrazo y mucha suerte, María Jesús
Mil perdones por cambiarte el nombre, Beto, en qué estaré pensando. Abrazos
Disculpa otra vez, Beto, «biográfico» no es la palabra correcta. Quise decir «cierto», en relación con «veracidad», como bien ha expresado María más abajo. Perdona que esté tan espeso. También estoy de acuerdo con ella en que es un buen relato.
Pues sí, estimado Ángel, algunas circunstancias (que he mezclado con la ficción) en este relato “me las contó mi madre”, y yo las tomo como ciertas. Gracias por ser tan considerado con mi relato y por acercarte siempre a comentar lo que dejo por ENTC, nuestra casa.
Saludos.
No dudo ni un segundo de la veracidad de este buen relato… el hambre es canija, dicen por acá. Un abrazo y suerte!
Cierto, María, el hambre no se anda con formalidades, solo quiere ser paliada con cualquier cosa que se deje comer. Gracias por venir hasta este relato para dejar su comentario.
Saludos.
Simple y sencillo. Las sequías y las malas cosechas. La crisis, palabra ya maldita y permanente en el vocabulario de las gentes sencillas, hacía que aceptaran comer moscas muertas con tal de que les dieran algo a fiao. Narrativa directa, sin concesiones. Suerte, Beto.
Hola José Luis, me complace que haya notado los elementos que quiero destacar en esta simple y sencilla historia, también habría que señalar que, parece ser, la tía Inés era un poco sádica, se divertía con las moscas y las necesidades de los vecinos.
Gracias por tus palabras.
Saludos.
¡Marchando una de moscas!
Si, Lorenzo, “me lo conto mi madre” y me pareció que debía compartirlo por aquí. Gracias por pasar.
Saludos.
La historia que nos muestras es muy dura , la imagen de las moscas demoledora, y si además es real, para temblar.
Me agrada leerte de nuevo Beto.
Saludos desde allede los mares.
Hola María Jesús, mi intención era darle un tono diferente a la historia, pero la escritura es caprichosa y me condujo a este relato de crisis y necesidades. Gracias por su apoyo a lo que escribo.
También la saludo desde este lado del Atlántico.
Un abrazo.
Rural donde los haya, Beto. Me encanta leerte de nuevo con un trabajo tan preciso y tan bien relatado.
Un fuerte abrazo, amigo.
¡¡¡Suerte!!!
Rosy, mi estimada amiga, además de responder a la invitación de Jams para participar en el libro “Un tiempo breve” también quise dejar este pequeño relato que se me ocurrió a partir de una anécdota de familia; el cual me pareció apropiado para el tema de la mujer rural. Gracias por su valoración.
Reciba mis saludos.
Nuestro gusto y percepción sobre la comida es un factor cultural, pero el hambre y la necesidad hace oídos sordos a estos condicionamientos. Duro relato que nos refleja la penuria humana que, por desgracia, no es solo un recuerdo, sino una realidad de nuestro injusto planeta. Un placer volver a ver por aquí esta unión de manos que simbolizan amistad y tolerancia. Abrazos, Beto.
Hola Salvador, muy cierto lo que planteas. Algunas culturas se comen a los insectos, aunque no sé si las moscas son parte de su dieta, pero en otros lugares, como el rincón del mundo donde vivo, dicha costumbre resulta repugnante. En el relato muestro un poco la dureza del hambre y a los extremos que se llega para saciarla. Gracias, amigo, por tus palabras y atinada reflexión.
Saludos.
El hambre no entiende de ascos. Y tú madre bien hizo contándote esta historia a la que tú has puesto voz de una manera cercana y acertada.
Dureza de relato que muestra una realidad no tan lejana.
Un gusto leerte de nuevo Beto.
Un abrazo.
Hola MªBelén, en realidad quise escribir enfocado en el personaje de Inés, pero por los comentarios veo que el relato tomó un giro hacia la dureza del hambre. Gracias por acercarse a leer mi propuesta y por dejar su comentario.
Saludos.
El hambre hace estragos. Un buen relato duro y puro.
Felicidades enredadas con suerte.
María Rojas, gracias por la lectura y el comentario.
Saludos.
Cuántas anécdotas podrían contar madres y abuelas sobre cómo buscarse las lentejas en época de vacas flacas. ¡Lo que no se haya podido hacer por hambre! Muy buen relato, Beto. Un abrazo.
Si Matrioska, he oído muchas anécdotas de tiempos difíciles en algunas familias, especialmente en el campo, de donde eran mis abuelos. Gracias por leerme y por el comentario.
Saludos.
Beto, esta demostrado que cuando el hambre aprieta… pero tu lo cuentas muy bien. Suerte y saludos
Hola Calamanda, me alegra que le guste la manera como cuento esta historia. Gracias por su amable comentario.
Saludos.
Beto, en tiempos de crisis hasta las mocas resultan sabrosas. Hermosa historia nos traes. Felicidades y suerte.
Besicos muchos.