109. Medalla de bronce
El saltador de trampolín se lanzó resuelto. Hizo un clavado inverso, que le salió casi perfecto. En el mismo momento en que se estrellaba contra las rocas del acantilado pensó que, si aquel salto le hubiera salido el día de la competición, habría conseguido al menos la medalla de bronce.
Nos muestras la ironía y crueldad de un momento, ¿el último?, de la vida de un hombre sin regodearte en ellas y con una cierta asepsia, cosa digna de elogio, creo yo. Me ha gustado mucho. Suerte y saludos.
Bien, por la brevedad y contundencia de tu historia, Plácido
Un saludo
Muy dramático y muy breve, el resto de la historia la podemos construir cada uno, tú has retratado a la perfección el instante terrible de la última decisión tomada en la vida.
Un saludo.
¡Qué daño! Y encima tengo que aplaudirte.
Saludos, Plácido.