77. Menarca (Patricia Mejias)
Después de aquella mirada sanguinolenta, destripada en el resquicio de la puerta del dormitorio, ocurrían las desapariciones de sus cosas y la posterior justificación. El par de zapatos nuevos, muy sugestivos con la “boquita de pescado”. La Barbie, demasiado tetona. Y ahora su bicicleta. Lo siguió hasta los negocios de la Calleja de las Gangas. Alcanzó a ver la dosis en manos de su padre y a “Bicy” expuesta en la vitrina del tugurio. No quiso enseñarla a manejar, como acordaron en familia. Ni siquiera cumplió su promesa inicial: «La conservará hasta que se convierta en señorita». Y mientras su madre, confiada, salía a trabajar, él se aprovechaba para manipularle el trasero en el sillín, amparado a la arboleda de sombras del parque.
«Devuélveme a “Bicy”, sinvergüenza». Y el sonido del cristal roto lo atrajo afuera.
─Las bicicletas hacen lesbianas a las mujeres ─le dio por respuesta─. ¡Ya es hora que te quite lo machorra!
Y lo que no pudo lograr antes con los manoseos prematuros, lo consiguió con las patadas: el primer rocío menstrual, humedeciendo sus muslos, le anunció que ya era una señorita.
Fabuloso, un relato precioso aunque duro del fin de la infancia, esta vez por las malas. Qué bonitas imágenes has usado, Patricia. Me ha encantado.
Patricia, que situacion nos cuentas, tragica por donde la tomes. Suerte y saludos
Vaya joyita de papa. Un relato duro como requiere el tema que entraña.
Abrazos