73. METAMORFOSIS (Manuela Balastegui)
Abrió el armario. De entre todos, eligió el vestido con lentejuelas brillantes, de color verde oliva, como su nombre. La tela tenía brillos resplandecientes. Los zapatos en fila esperaban ansiosos: sabían que unos zapatos con poco tacón usurpaban su sitio. Oliva se notaba ya pesada. Con el paso de los meses empezaba a hacer todo más despacio. Con calma se vestía, calzaba sus zapatos nuevos, se rociaba con perfume, retocaba el maquillaje y pintaba sus labios apetecibles de tonalidad rojo anaranjados. Se engarzaba los pendientes largos. Le encantaba que danzaran al compás del movimiento de su melena, con caída vertiginosa hasta las caderas. Esa noche lucía especialmente hermosa.
Bullía el café-teatro. El silencio enmudeció cuando Oliva emergió en el escenario. Su figura embrujaba. Su cuerpo y su melena danzaban al son de la música, con movimientos espasmódicos. Los zapatos taconeaban tras el vuelo de su vestido, como mariposa revoloteando. Llevaba media hora de delirante danza. En medio de su catarsis escapó un gemido de sus labios. El público estalló en vítores y aplausos. No tuvo un minuto para sentir el dolor de las contracciones. Un bebé había salido a escena.
Me gusto tu relato, bastante descriptivo, aunque al titulo no le encuentro relación con la descripción y el final.
Hola,hector.
Utilizo el término metamorfosises como metáfora del cambio que vive el cuerpo de una mujer con el parto.
Me alegra tu lectura
Sonrisas mil
Manuela