84. MI ABUELA (MARÍA ORDÓÑEZ)
Sus ojitos color cielo eran mi dulzura. Desde el fondo de su mandil surgían deliciosas frutas del huerto de su hacienda. Ven acá, hijita -me decía- come aquí conmigo, que esto es sólo para ti. Yo, la preferida, sentía ese delicioso calorcito que llena el alma en las horas felices.
Los domingos, en su patio central, la abuela, con un gran sombrero y ese mismo mandil, de unos enormes costales sacaba toda clase de comestibles para sus indios y peones, y de aquel mandil, dulces para los niños. La gente besaba su mano mientras un murmullo de palabras mágicas, entreveradas con un “grashias mamai”, colmaba el aire. El último costal era de coca, imprescindible alimento para la diaria faena en los Andes.
Yo, niña citadina, asombrada observaba los pies surcados por enlodadas grietas, con gruesos callos que permitían ignorar los filosos guijarros de los caminos. Coloridos ponchos y chullos alegraban el día, mientras la sonrisa de la abuela todo lo envolvía.
Yo fui su consentido, dijo un primo a la muerte de la abuela. Todos al unísono gritamos: No, ¡fui yo! Ese día descubrimos que para cada uno la abuela tuvo la mejor fruta y que todos crecimos sintiéndonos favoritos.
Qué hermosa historia la que nos cuentas. La legendaria y sencilla vida de alguien bueno por naturaleza y, gracias a eso, apreciada por todos. Se lo merecía, como todas la abuelas. Enhorabuena y suerte. Saludos.
Muchas gracias, Jesús. Así es. Apreciada y querida incluso por aquellos quienes se consideraban a sí mismos de su propiedad. Increíble ¿verdad? Así era esos tiempos… Un abrazo!
Preciosa historia, sospecho que real. Una abuela como deben ser todas, volcada en cada uno de sus nietos y sabiéndo hacerles especiales y únicos.
También he recordado a mi abuela, solo conocía una de ellas, pero me sentía así de querida.
Un beso y gracias por este relato tan tierno.
Gracias, Asunción. Pues sí, es una historia casi real… todavía me es difícil escribir relatos totalmente inventados como lo hacen ustedes que son unos verdaderos maestros. Poco a poco, ¿verdad? Gracias por leerme. Un abrazo!
Qué gozo me crea la lectura de tu relato, María.
Qué merito tan grande el de una persona (en este caso la abuela) que hace sentir «especial» a los que le rodean.
Ella (tu personaje) es una persona especial (y tú lo has sabido transmitir muy bien, María).
Un abrazo
Muchas gracias Amparo, te agradezco mucho haber pasado a leer mi textito y que te haya gustado. Un abrazo grande para ti también!
Amiga María, un relato delicioso el que nos regalas, que rezuma autenticidad por todos sus poros. Seguro que la abuela, desde allá arriba, está ahora sonriendo satisfecha y emocionada con tus recuerdos.
Suerte y abrazote.
Jajaja! Gracias Ana por leerme. Jaja! Creo que tienes toda la razón. La historia está basada en una circunstancia real, pero obviamente no es toda real. Ayer estuve sacando cuentas porque alguien me hizo una observación parecida. Mi abuela tuvo 36 nietos, así que el resto lo puedes imaginar… jaja! Un abrazo grande!
Muchas gracias, Ana, eres muy linda. Qué bueno saber que el relato transmite ese don! Abrazos.
Gracias, mi amigo querido!
Qué bueno que mi cuentito ahora no deja tristeza a su paso, ¿no? Seguiré empeñándome en que así sea en adelante, aunque tu optimismo y gozo por la vida, tal cual es, será difícil de alcanzar alguna vez. Un abrazotote para ti también, amigo y otra vez, felicidades por ese maratón! Consue
Esta abuela sabía muy bien que sus nietos, todos, eran únicos y especiales, y así se lo hacía sentir. Era una gran psicóloga, sin duda.
Un bello y tierno homenaje, María. Me alegra volver a leerte. Suerte y un besote.
Muchas gracias, María José, sobre todo por recordarme. Qué linda! Gracias y un abrazo!!!
Por cierto, tocaya, he leído tu hermosísimo relato, pero no me deja comentar. Supongo que has editado y se ha cerrado para los comentarios… Si no lo has hecho a propósito y no sabes cómo abrir la forma, yo te digo. Ojalá lo hagas porque eso de que haya quien enseñe a leer y escribir entre la tibieza de las sábanas, es una delicia de leer! Otro abrazote y felicidades por tu texto que me ha encantado!
Gracias por avisarme, María. Ya lo he arreglado. Y también muchas gracias por tu cariñoso comentario sobre mi relato. Anima mucho.Un abrazo.
Muy conmovedora tu historia y tu abuela. Has hecho un retrato fiel a los sentimientos que despertó entre sus gentes, un personaje rural tan entrañable.
Lo he disfrutado, María.
Un abrazo desde el otro lado del Atlántico.
Qué bueno que lo hayas disfrutado, María Jesús, eres muy amable al leerme y al comentar tu valiosa y generosa opinión. Un abrazo tocayita!
Se lee con gusto, aparte de ser una historia preciosa, rebosante de cariño, tiene un mensaje muy aleccionador.
¡Enhorabuena por hacerlo tan bonito!
Un abrazo, grande, grande, como el corazón de la protagonista.
Agradezco mucho, Rosy que pienses así de mi corazón… qué lindas palabras. Me encanta que te haya gustado este texto. Un abrazo también muy grande para ti!
María, preciosa que historia que algunas personas tienen el don de hacer realidad. La cuentas muy bien. Suerte y saludos
Muchas gracias, Calamanda. Me halaga mucho que la encuentres preciosa, siendo tú una magnífica escritora. Gracias y un abrazo!
Hermosa historia. Las abuelas y buenas personas no tenían preferidos, porque quieren a todos por igual. -suerte.
Besicos muchos.
Muchas gracias, Nani. Las abuelas son lo máximo! Un abrazo.
María, tocaya, un relato que nos dice que el cariño, sobre todo en la crianza de los niños, lo es casi todo.
Abrazos enredados con suerte.
María querida, también pienso que la crianza de los niños es la labor más importante, pues es la base para toda la vida emocional de las personas. Gracias por leerme. Un gran abrazo!