Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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14. Mitomanía

Hubo una época en la que intenté imitar a Bogart. Poco a poco fui adoptando sus ademanes de tipo duro,  asimilé su seca masculinidad, e incluso traté de imbuirme del idealismo que, a pesar de su cínico comportamiento, se adivinaba en los personajes que solía interpretar en la pantalla. A la hora de buscar un empleo opté por el ramo de la investigación privada; y, al final, me metí tanto en el papel que comencé a fumar su marca de cigarrillos y a beber su mismo güisqui; de manera que la cosa se me fue de las manos y mis familiares acabaron por internarme en una casa de reposo.

Por fortuna he logrado curarme. Ahora trabajo de chupatintas en una oficina, pero no me quejo; supongo que busco mi propio camino y la forma de recorrerlo. Sin embargo, no siempre es fácil, ya que el destino parece empeñarse en ponernos a prueba. Desde hace dos días, tenemos una nueva becaría en la oficina que se parece endemoniadamente a “la Flaca”— incluso posee su magnetismo e inteligencia— y claro, entre eso y que llega la primavera, me estoy temiendo una seria recaída.

27 Responses

  1. ¡Uuuuy! Andrés, casi, casi coincidimos en el tema. Me he apresurado a publicar mi relato por si la cosa se ponía más fea (Jaja. Si visitas mi blog, sabrás mejor por qué lo digo). Me ha gustado tú relato por original, fresco, divertido y desenfadado, como a mi me gustan. Saludos y suerte. Ciao.

  2. Calamanda Nevado

    Andrés, cuantas veces estamos en los límites como tu protagonista, lo bueno es darse cuenta. Original y bien ambientada tu historia.

  3. paloma casado marco

    Creo que debes recaer en la enfermedad y ligarte a la flaca. Un cuento original y simpático que me ha recordado a «Sueños de un seductor».
    Suerte

  4. Cristina Requejo

    Dile a tu personaje que hay recaídas que bien merecen la pena, oye. Un revolcón con ‘la Flaca’ y vuelta a la normalidad después, que tampoco hay que abusar. Eso sí, que procure que nadie se entere en la oficina… 😉
    Todos hemos imitado a alguien hasta llegar a querer ser (sólo) nosotros mismos.
    Buen texto, Andrés, de humor afilado.

  5. María José Escudero

    Bogart se inclinó, le sujetó la mejilla y la besó.Dile que lo intente, igual se cura. Te deseo mucha suerte con tu relato tan ingenioso. Un saludo.

  6. José Antonio Barrionuevo

    Tu personaje tiene un grave problema, Andrés, y es que no termina de sentir en su interior a esos diferentes personajes que admira. Debería enamorar a «la Flaca», ayudado por la inminente primavera, porque es preferible esa recaída a que cambie de personaje y se sienta atraído por la imagen de, por ejemplo, uno de los tres -o cuatro, que había uno más- de las Azores (a elegir).
    Espléndido microrrelato el tuyo, con cierto toque agridulce (por esa ambivalencia de ser y quere ser) pero que saca una sonrisa, lo que es de agradecer en estos tiempos, de quien lo lee.
    Enhorabuena y te saludo cordialmente. Mucha suerte.

  7. Virtudes Torres

    Y quién nos dice que no ha sido «la flaca» con su melena platino quien ha ido a trabajar a la oficina para estar cerca de él?
    Que nunca se sabe qué admiradores tenemos por ahí… jaja.
    Saludos.

  8. Muy autentico el personaje que nos muestras en su máximo esplendor en la primera parte del relato, y que poco a poco, a pesar de que pareces haberlo matado, acaba despuntando al final (quizás porque nunca se había ido del todo). Fresco, original y bien contado. Mucha suerte 🙂

  9. Ton Pedraz

    Tu protagonista engancha, y el relato posee fuerza en todo su recorrido. Lo has narrado muy bien Andrés.
    Él no se queja abiertamente, pero deja entrever a las claras que le falta algo. La llegada de esa mujer otorgará de nuevo color al modo tan particular de vivir. Creo que serán felices.
    Que lo seas tú también. Suerte,
    Ton.

  10. Me temo, decía, que por mucho que tu protagonista se afane en esconder su naturaleza mitómana y mimética, ésta acabará por aflorar de nuevo en primavera. De hecho, por el modo en el que lo has hecho hablar, continúa siendo muy bogartiano. Lo auténtico no tiene porqué ser también original.

    Buen relato, Andrés. Saludos cordiales.

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