44. Morir de éxito
Estaba harto de lanzarse en paracaídas, salir ardiendo de coches despeñados, cruzar ríos de aguas heladas, caer abatido por los enemigos de turno, compartir escenas de cama embarazosas… Cuando llegó a la industria del cine sus sueños de triunfador eran otros. Un cazatalentos se fijó en él y lo llevó ante la estrella de la compañía. Eran idénticos. Un corto periodo de entrenamiento y ya estaba doblándolo. Le pareció todo muy rutinario.
No solo lo suplió en los rodajes de películas, sino también en actos benéficos y en las tediosas entrevistas promocionales. Incluso, aunque esto el contrato no lo contemplase, en el lecho conyugal, para tapar alguna correría nocturna del famoso actor. Es demasiado injusto ser solo la copia, se repetía.
Ahora recogía un premio por su última interpretación. Pero su impostura ya no tenía vuelta atrás. Arrepentido, les confesó a sus jefes el crimen y ellos lo escucharon sin inmutarse. Fingieron reprobarlo, pero el show debe continuar, sentenciaron. A estas alturas ni ellos recordaban al intérprete original, el que provocó toda la cadena de suplantaciones irreversibles que, mientras el éxito durara, no imaginaban cuándo pararía.
Detrás de una gran estrella puede haber muchas personas que trabajan en la sombra de forma denodada y anónima, son tan necesarias que sin ellas nada existiría; el montaje, más ficticio que real, como un decorado para el cine, se vendría abajo en un momento. Tu protagonista ha contribuido más que nadie a una imagen, un producto del que muchos se benefician. Trabajo no parece que le falte, parabienes y reconocimientos tampoco, pero es lógica su amargura al saber que son ajenos, ni el mejor actor puede serlo constantemente. Como se suele decir, todos tenemos nuestro corazoncito y una realidad individual que debería respetarse.
Un relato sobre la dignidad.
Un abrazo y suerte, José Luis
Mucho arriesgo sin darse ceunta de que la copia lo estaba superando. Mejor ser uno mismo y aprender a ejecutar también las escenas peligrosas y a estar al lado de tu mujer. Suerte José Luis