Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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05. MORRIÑA (Edita)

Conozco los síntomas: mirada en un punto fijo, mueca de media sonrisa, ojos húmedos, atención dispersa… Aunque mi madre esté a gusto viviendo conmigo, sé que no puede evitar rememorar con tristeza y felicidad simultáneas los momentos dichosos de su existencia anterior. Cuando esto ocurre, debo apartarme, dejarle su espacio, procurar que ese encuentro agridulce con el pasado sea lo más privado y reconfortante posible. Pero, desde hace unos meses, ha sustituido poco a poco esa actitud melancólica por comportamientos esporádicos extraños. Hasta hoy. Todo vuelve a la normalidad, deduzco erróneamente. Entonces, animosa, me atrevo a preguntarle en qué cavila. Espero una evasiva o un silencio; sin embargo, contesta tranquila que piensa en sus nietecitos porque ya le tarda volver a verlos. Salgo corriendo para ocultar mis lágrimas. Yo no tengo hijos ni sobrinos.

 

 

14 Responses

  1. Puri Rodríguez

    Qué duro y qué triste tu relato, querida Edita, pero cuánto amor hay en él. Ese inicio de Alzheimer, que yo conozco bien por los doce años que lo padeció mi madre, es realmente un presagio muy doloroso, devastador y sin marcha atrás. Ojalá que, en tu caso, no sea real. Un abrazo enorme, guapa.

  2. Rosa Gómez Gómez

    El problema no está en morir, está en cómo morimos. Tampoco lo podemos elegir.
    Es tan duro ver deteriorarse a la mujer que sostuvo nuestras vidas y a la que aún necesitamos, por mayores que seamos.
    Hablas de la primera vez que la hija adquiere conciencia del mal de si madre, impactante siempre.
    Conmovedor.

  3. Ángel Saiz Mora

    No hay enfermedad buena, pero la que aparece en tu historia es especialmente cruel, en tanto desmonta a una persona poco a poco, privándole de lo que fue, de lo que está hecha, de su pasado, para vivir un presente triste con un porvenir aún menos halagüeño. Duro para quien lo sufre y más quizá, si cabe, para los allegados, en este caso el personaje que cuenta la historia, con el entendimiento intacto para saber que los recuerdos son placenteros cuando se siguen generando otros similares, que el que ya no puedan renovarse es un doloroso y prolongado principio del fin.
    Un relato sobre la nostalgia de lo que fue, ya no es ni será, en una palabra tan de tu tierra.
    Un abrazo y suerte, Edita

  4. Rosalía Guerrero

    Ay, Edita, qué duro. Lo que parece morriña al final nos desvelas que es algo mucho peor. Está muy bien llevado, pasito a pasito. Yo también espero que no sea real.
    Un abrazo y suerte.

    1. Lo que parecía morriña era morriña al principio, aunque al final se convirtió en otra cosa. Por desgracia, la mayoría de los que tenemos o tuvimos padres mayores sabemos lo que es eso. Muchas gracias por tu comentario, Rosalía (qué nombre más bonito).

  5. Pilar.C

    Edita, tener morriña o nostalgia por algo o alguien que fue es bastante habitual. En el caso de tu relato, y lo que le hace diferente, es que la madre añora algo que nunca tuvo. ¿O tal vez, en esa mente ya con síntomas de enfermedad, se refleje lo que le hubiera gustado tener?
    «Yo no tengo hijos ni sobrinos», la última frese que lo aclara todo.
    Saludos Edita

  6. Tremendo relatazo donde la saudade/morriña invade a esa madre en un momento mental en que una pensaría que ya no puede y/o debería afectarla, así que se entienden, y más que bien, las lágrimas de esa hija «sin hijos ni sobrinos»…

    Muy bueno, Edita. Un micro directo al corazón.

    Cariños,
    Mariángeles

  7. Jesús Navarro Lahera

    Buenísimo micro, Edita. Duro y real. Me gusta la forma en que tu narradora va describiéndonos a su madre, y nos cuenta lo que estima que pasa por su cabeza. El giro final y cierre es contundente, te deja sin aliento y te desvela la realidad de lo que sucede en esa mente que ha creado sus propios recuerdos sin conexión con la realidad. Bravo. Mucha suerte y un abrazo

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