97. Musa de Guardia (historias de un día al azar)
Recibe una solicitud para socorrer a un escritor con “Síndrome-de-mente-en-blanco”. Activa el Protocolo de Asistencia a Domicilio y parte inmediatamente llevando consigo todo lo necesario. Al llegar, lo encuentra con los ojos en blanco, tirado sobre un montón de folios arrugados. Es normal.
Rápidamente le prepara una pócima con altas dosis de intriga, venganza, pasión, muerte, amor, odio. De todo. Su efecto es inmediato y el escritor sale disparado cual rabo de nube, en busca de historias.
Ella lo sigue de cerca. Sobrevuelan Valencia. Allí las historias por contar son como fuego fatuo que se desprende de las paredes e iluminan toda la ciudad.
Sin embargo, él continúa hacia el puerto. “¿Habré equivocado las dosis?”, duda la Musa. Entonces él se detiene. Ha visto algo. Los ojos rojos, la mirada envenenada y fija, sugieren una catarsis, una urgencia inexplicable. Justo lo que se necesita para escribir, piensa ella, sabiendo puede marcharse. Él ya no la necesita.
Mientras se aleja, reflexiona sobre esa imagen que acaba de ver reflejada en las pupilas del escritor: los pies desnudos de una joven sentada en el embarcadero del puerto.
Nada de particular, de no ser porque en el embarcadero, no había ninguna joven.
Cecilia, dinamismo y suspense hasta el final. Suerte y saludos
Un saludo Calamanda.
Gracias por pasarte y dejar un comentario.