66. NADIA (Javier Puchades)
Nadia, ese es mi nombre o eso pone en mi tarjeta de residencia. Nacida en un mes de abril, de un año que casi no recuerdo o que no quiero recordar. Sin profesión conocida y con esa ocupación no comen mis hijos. Sería mejor que pusiese: piel suave y pechos turgentes.
Cada día sacudo mis fantasmas y mis miedos oteando más allá del horizonte, buscando una esperanza, una respuesta. Pero solo observo, fondeados en la bahía, a los mercantes que esperan para entrar en el puerto. Detrás de mí escucho a la patrona gritarme: ¡Nadia, deja de airear tus miserias que con ellas tapas las luces de neón! ¡Prepárate, que pronto desembarcaran los marineros! Esto me produce asco y náuseas, al pensar que volveré a sentir rezumar sobre mí ese sudor con olor a salitre, tabaco y alcohol. Entonces solo deseo que las gaviotas, en lugar de ocultar con sus graznidos mis silencios, me arranquen los ojos para apagar la amargura de mi mirada.
Javier, con tu relato nos muestras con toda su crudeza, la vida durísima que debe soportar Nadia, por motivos de necesidad. Donde cualquiera ve un barco que entra al puerto, ella solo ve la oportunidad de ejercer su trabajo, que tanto detesta.
Con un lenguaje sutil y delicado (lo que le grita la patrona es un frase genial), has ido desgranando su historia y sus sueños de libertad.
Te felicito por tu excelente relato. Con él nos devuelves a la más dura realidad.Te deseo mucha suerte.
Besos muy muy apretados, Javier.
Pilar, muchísimas gracias por tu comentario. Has diseccionado perfectamente mi relato y me gusta de la manera que lo has hecho.
Nadia está condenada por la supervivencia a realizar un trabajo que como he escrito le produce asco y náuseas.
Muchos besos, Pilar.
Triste destino el de esta mujer, que parece atrapada en él. Un relato en el que se aprecia la amargura de tu protagonista, junto con su impotencia por salir de una situación impuesta. Cualquier actividad puede ser digna, siempre que sea eso lo que se desea hacer, pero no es, ni mucho menos el caso. Todo el mundo debería tener una oportunidad de hacer de su destino un intento de ser feliz. Para vivir no solo hace falta medios de subsistencia, también una ilusión, de la que claramente carece el personaje.
Una realidad cruda, contada con tu elegancia habitual.
Un abrazo y suerte, Javier
Ángel, muchas gracias por tu comentario. Exactamente mi protagonista está llena de amargura, y como la frase final que he escrito, ella desearía que le arrancasen los ojos para que desapareciera esa amargura de su mirada.
Un abrazo enorme,Ángel.
Hola, Javier.
Un texto duro el tuyo, como un gancho a la pera de un contundente peso pesado. Qué bueno es el título. Cómo el nombre parece que recogiera entera y verdadera, punzante hasta la herida, una vida. La triste vida de Nadia. Dar su cuerpo en contraprestación a un precio que paga a disgusto, y sin visos de que su situación vaya a cambiar. Un texto fatalista: el destino marcando a fuego a una persona, ninguna novedad, por el momento: hay mucha vida amarga y desilusionada; pero conforme lo cuentas da la impresión de que tuviera lugar por primera vez y solo respecto de la protagonista. A la crudeza del relato se contrapone tu elegancia de fino estilista de la palabra. Golpeas como una maza y vuelas como mariposa, casi como el gran Alí. En suma, un gran texto, Javier. Un abrazo grande, amigo.
Eduardo, muchas gracias por tu comentario.
Te puedo decir que escogí ese nombre para mi protagonista, que da título al relato, porque en ruso significa «ESPERANZA», que es lo que busca y necesita ella para poder abandonar esa vida que lleva por obligación.
Un abrazo enorme, Eduardo.
Javier, nos dejas la amargura de tu protagonista, una mujer sin apenas identidad, que busca un horizonte inalcanzable. La patrona nos la enmarca en su duro trabajo, el que le permite mantener a sus hijos. Obligada por las circunstancias a vender su cuerpo, asistimos a sus más íntimas emociones y desesperanzas.
Si el tema está muy bien tratado, no me ha gustado menos la delicadeza del lenguaje, buen contrapunto a la historia narrada.
En suma, es una muestra de la sutileza de tu estilo al abordar los aspectos más crudos de la realidad.
Felicidades y suerte. Besos, amigo.
Muchas gracias, Carmen, por tu comentario. Mi protagonista vive envuelta en la desesperanza. Viéndose en la obligación de realizar un trabajo, que odia, para poder vivir. La identidad de esta mujer está en su nombre, elegido en mi caso a conciencia para titular el relato, ya que como le he dicho a Eduardo, en ruso Nadia significa «esperanza», que es lo único que ella busca y necesita.
Besos, Carmen.
Hola, querido y apreciado Javier. Un texto lleno de sentimiento, en el que reflejas a la perfección lo dura que es la vida. En general, para todos; en particular, para ciertas personas con las que se ceba, como es el caso de la bella Nadia. Me encanta que el nombre tenga ese lindo significado, y, claro está, que tú lo hayas escogido para titular la obra. A eso ha de aferrarse la protagonista, a la esperanza de una vida mejor. Es lo último que se pierde.
Seguro que algún día esta etapa negativa será solo un mal recuerdo.
Muy lindo y pleno de corazón, como siempre. Te felicito.
Besitos sinceros.
María José, muchas gracias por tu comentario, siempre es un placer recibir palabras como las tuyas a un texto. Mi protagonista por circunstancias de la vida vive una situación que le lleva a la desesperación, pero pese a todo y como su nombre significa no pierde la esperanza.
Muchos besos.
Magnífico relato, Javier! me ha gustado. La frase «Sería mejor que pusiese: piel suave y pechos turgentes.»me ha parecido sublime y se me antoja el alma de una historia que cala hondo. Suerte!!!
Salvador, muchísimas gracias por tu comentario, al leerlo me has dado una gran alegría. Gracias de corazón.
Un abrazo enorme.