71. Nanay
Miró la hora en la pantalla y la fecha en el calendario: las 9am del 9 de enero. Se consideraba un policía dispuesto a echar una mano arrestando golfos callejeros o desmantelando bandas organizadas, tanto le daba. Pero aquella infinita disposición de ánimo derivó en costumbre y la costumbre en etiqueta. Por la comisaría empezaron a llamarlo La Fuerza, y para más inri, su mujer le preguntó si estaba ayudando a los de la brigada canina, porque se le estaba poniendo la cara de perro. De modo que el lunes 9, a las 9am., cuando le pidieron reforzar en la manifestación, les contestó que nanay, que reforzara la nueva, y bla, bla, bla… ¿Oye, pero? Ni perros ni gatos, les espetó, y como viera que se quedaban pasmados esperando no se sabe a qué, él mismo preguntó a Isabel -la nueva- si le importaba reforzar, Isabel que reforzaría lo que tuviera que reforzar, Maldonado que gracias Isa, Isa que gracias Maldo, y Maldo que asunto solucionado, tíos. Se giró en la silla para seguir en lo que estaba y se sorprendió canturreando un colorín colorado, esta historia se acabó antes de haber empezado. ¿Cara de perro, yo? ¡Ja!
Hola, José Ignacio.
Muy simpática esa expresión tan castiza «nanay» equivalente a nones. Tenía que salir, y ha sido de tu mano, la brigada canina, el perro policía. y con altas dosis de humor, que falta nos hace con la que está cayendo y lloverá. El relato es también alegórico y aleccionador. Una muestra de madurez es saber decir que no a tiempo. Aquello de » Preferible ponerse una vez colorado que ciento amarillo». Está claro que La Fuerza se cansó de que abusaran de él contando con su inquebrantable vocación que le llevaría a extralimitarse. Y a nadie, por otro lado, le gusta lucir cara de perro. Me gusta tu propuesta, por original y bien escrita. Un abrazote.
Gracias, Martín, por tus comentarios tan positivos. Lo de «nanay» parece una expresión coloquial, pero la recoge la RAE. Otro abrazo para ti también. Ciao.
Nos muestras una escena como de dibujos animados donde más que lo que sucede, lo importante es como sucede ¡A toda velocidad y sin pensar demasiado en las consecuencias!. Suerte, José Ignacio. saludos.
Gracias, Jesús, por tus comentarios. Saludos para ti también. Ciao.